No hay heridas que no sanen
El dicho popular dice “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, es simplemente un dicho, que necesita confrontarse con la realidad, las heridas físicas sanan, pero las emocionales se guardan en el subconsciente de las personas, aprendes a manejarlas y convivir con ellas para toda la vida, no es tan simple como parece, lo que quiere decir que el ser humano con el tiempo enfoca las cosas distintas, no con el dolor que les producía en un principio, sino con la serenidad necesaria para seguir adelante con experiencia de vida y poder ayudar a otras personas que hayan vivido similares experiencias.
Una persona, que presenció el suicidio de su padre, no encontrando explicación de su actitud, eran bien unidos, tuvo buen referente de él, participaban juntos en diferentes actividades, hacían deportes juntos, le despejaba sus dudas, recién había terminado la escuela, entró en una profunda tristeza, que lo lleva al consumo de alcohol, drogas, sin deseos de vivir, empero una mano amiga lo orientó, le hizo comprender que su padre padecía de depresiones, que había intentado en varias oportunidades quitarse la vida sin lograr su cometido. El padre se había divorciado de la madre y el hijo se quedó con su padre, adoptó una mala conducta, se relaciono con gente que vivía al margen de la ley, al narcotráfico, que lo llevó a la cárcel, nadie lo pudo ayudar, más bien no se dejó ayudar, hasta que Dios lo tocó, estudió la biblia, se hizo pastor, viaja por el mundo predicando, ayudando a mucha gente con vacíos interiores, que se han refugiado en la droga, alcohol, delincuencia y han salido adelante. Él radica en el extranjero, ayudando a niños, adolescentes, jóvenes, adultos, adultos mayores, que han perdido la esperanza de vivir y ahora han encontrado una razón porque vivir, escuchando, hablando, orientando al prójimo y eso los hace felices, conversando de sus experiencias, las soluciones que tuvieron que abordar en beneficio no solamente de ellos mismos sino de la familia con quien viven.
Unos padres murieron en un accidente, dejando quince hijos huérfanos –niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres–, el día se les hizo noche, pero el amor, los sentimientos, la comunicación, la solidaridad, la fuerza interior de entender y comprender que por un hecho fortuito, perdieron a sus padres, empero, el ejemplo y los valores que les inculcaron, permitió que salieran adelante, se cambiaron de colegio particulares a nacionales, todos empezaron a trabajar de acuerdo a su edad, repartiendo cosas, haciendo dulces, sánguches, reduciendo los espacios de la casa y alquilándolos, sabían de carpintería, gasfitería, pintura, construcción, costura, bordados, cuidaban niños y ancianos, los padres los habían preparado para todo terreno, ellos venían de la postguerra, el dolor y la tristeza, no los paralizó, sino todo lo contrario, entendieron que era una prueba de Dios, que la fe y el amor al prójimo los hizo salir adelante. Terminaron el colegio con buenas notas, ingresaron a la universidad, encontraron parejas con buenos sentimientos, concibieron y procrearon hijos nobles, buenos, solidarios, respetuosos. Uno de los hermanos era aviador civil, en un vuelo en la selva, nunca apareció la avioneta ni los cuerpos hasta ahora, la esposa estaba embarazada de mellizos, se quedo a vivir con los cuñados, actualmente los hijos profesionales y se ayudan entre sí.
La pena, la desgracia, los obstáculos, las heridas emocionales son experiencias de los seres humanos, que nunca se olvidan, que están marcadas en el fondo del corazón, pero no debe ser una limitación para que te paralice, debes seguir adelante por tu bien y de los demás, la vida te otorgará otra clase de compensaciones, como en los casos que hemos expuesto, un hijo, presencia el suicidio del padre, pero después de muchas dificultades encuentra a Dios, que le llena su tanque emocional. En el otro caso, quince hijos se quedaron huérfanos, superaron sus heridas emocionales y salieron adelante con mucho amor, ejemplos de vida a imitar.