No hay mayor presupuesto para salud pero sí para Petroperú

En medio del escándalo de la destitución del ministro de Salud por la sospechosa compra de un departamento por parte de su expareja y del nuevo rescate financiero proveniente de nuestras alicaídas arcas fiscales a Petroperú, el gobierno de Castillo pese estar descabezado el Minsa al no haberse nombrado a su nuevo titular, decidió levantar todas las restricciones y el estado de emergencia por la covid-19 decretado desde el 15 de marzo de 2020. Esta es una muestra más del estilo folclórico de la actual Administración, ya que no se explica el adoptarse una decisión que expone el destino de la salud de millones de peruanos sin la opinión autorizada de quien asumirá la rectoría del sector, lo que abona a la hipótesis de la existencia de un gabinete en la sombra cuya voz al interior del Ejecutivo sería la que cuenta al tomarse acción. Para el llamado “gobierno del pueblo” la pandemia ya fue, terminó, todo vuelve a la normalidad, criterio que explicaría el porqué de la desaceleración del proceso de vacunación, pese a que 8 millones de peruanos ni siquiera han completado su tercera dosis, así como el poco o nulo interés de traer al Perú la vacuna bivalente que actúa contra la variante más peligrosa que es la Ómicron y no solo contra la original, la cepa de Wuhan, como si lo ha hecho Chile, donde se ha presentado un aumento de contagios hasta del 50% en algunas zonas de su territorio. Aquí también se reporta aumento de casos covid-19 en Loreto, en tanto la Organización Mundial de la Salud el pasado 21 de octubre, informó que hubo 411,000 nuevos casos y que el mundo sigue reportando fallecimientos. En Europa y Asia existen repuntes, China a pesar de su política cero covid-19 en la que llegan a encierros de edificios enteros, no ha podido parar brotes como el de su más grande fábrica de iPhone en Zhengzhou, Alemania, Francia y Reino Unido vienen siendo golpeadas por variantes como la BQ. 1.
Para la gestión de Pedro Castillo, nada de esto tiene importancia, no pareciera estar al tanto de ello, su desafecto hacia la Salud Pública es tan evidente que se puede comprobar en el recorte del presupuesto anual para el 2023 al sector Salud, asignado por el Ejecutivo y remitido para su aprobación al Congreso de la República, significativamente menor al año anterior, he ahí una muestra tangible de la voluntad política del Gobierno. Un ministerio de Salud copado por criterios políticos, sin gente de reconocido prestigio profesional, hace inviable el asegurarnos que los peruanos no volveremos a transitar el vía crucis que la pandemia desnudó, las grandes brechas de infraestructura y equipamiento de la salud pública. Paradójicamente, no hay plata para aumentar el presupuesto de Salud, pero sí para regalarle a Petroperú. ¡DIOS nos ayude!

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