NO a la Bicameralidad, tiene trampita
Es un lujo que no podemos darnos. Hay muchísimos argumentos que se ven lindos en el papel: el Senado es más reflexivo, se encargaría de revisar los proyectos debatidos y aprobados por la Cámara de Diputados, elegiría a los miembros del TC y muchísima otra música para los oídos, pero es simplemente eso, un espejismo. Se vende como un Consejo de Sabios que reforzará la institucionalidad democrática, cuando todos sabemos que será más de lo mismo.
Los candidatos probos y preparados no aparecen por decreto, se requiere mucho trabajo por parte de los partidos políticos para convocar y formar a los mejores. Hoy, salvo escasas excepciones, el escenario político está putrefacto. Necesitamos gente con impecables calidades morales y profesionales, pero no estoy segura de que a los caudillitos de tres por medio que lideran a la mayoría de las organizaciones políticas, les interese. Desafortunadamente, la política se ha vuelto una fuente de enriquecimiento exprés. Hipotecan hasta su alma para salir elegidos y luego tienen que cosechar, a cualquier costo, para devolver y llenarse los bolsillos. El hábito no hace al monje, hay una gran tarea por delante.
Si la presión ejercida por María del Carmen Alva sobre Francis Paredes hubiera tenido éxito (una vergüenza más) y hubieran alcanzado los 87 votos, el repudio de la población hubiera sido total, con absoluta justicia. El actual Congreso tiene una desaprobación del 90 %. La mayoría son unos impresentables. Inexcusable que Digna Calle ejerza funciones desde los Estados Unidos desde hace cuatro meses, deberían denunciarla constitucionalmente por abandono del cargo. Inexcusable igualmente, la petulancia y tóxica soberbia de María Agüero Gutiérrez que luego de salir elegida en representación de Perú Libre, declara con confuso candor que quiere ser comunista. Estoy segura de que jamás ha leído a Marx ni que sería capaz de elaborar un solo concepto para definir al comunismo. Simplemente no lo entiende.
Esta gente no ha salido de Marte, son peruanos y muchísimos ciudadanos votaron por ellos. Desafortunadamente, no se pueden exigir más requisitos para acceder a estos cargos. Lo óptimo sería que tengan una trayectoria intachable, educación universitaria, respaldo patrimonial e historial de cumplimiento de obligaciones tributarias, pero inmediatamente y especialmente las organizaciones de izquierda, alegarían discriminación; se quedarían sin candidatos.
Si la Comisión de Ética fuera evaluada aisladamente, tendría un 100 % de rechazo. No por incompetencia –aunque también– sino porque los blindan a todos. No son capaces de imponer una sola sanción. La suspensión de 120 días a Enrique Wong por el presunto delito de tráfico de influencias fue un hito histórico, quizás porque es no agrupado pero todos los demás delincuentes –y casi descubrimos uno nuevo cada día– siguen usando y abusando del cargo.
Todos recordamos que el regreso a la Bicameralidad fue la cuarta consulta del referéndum organizado y manipulado por Martín Vizcarra ese domingo 9 de diciembre de 2018, cuando se encontraba en la cúspide de su popularidad. Inicialmente muy entusiasta, luego decidió que la propuesta había sido alterada por el Congreso, por lo que hizo una fuerte campaña para que la ciudadanía votara por el NO. El famoso Sí, Sí, Sí, No con el que hicieron pintas y se empapeló cada rincón del Perú. Un descaro inexplicable que nuestras frágiles memorias parecen haber olvidado. Ese delincuente hizo lo que quiso con el país.
En el mes de julio pasado, tampoco se lograron los 87 votos. De haberse conseguido, los futuros senadores y diputados podrían haber sido reelegidos de forma inmediata por un periodo adicional. Es un tema recurrente que los parlamentarios quieren forzar para intentar atornillarse en el puesto, pero me queda clarísimo que 130 ciudadanos no podrán doblegar la voluntad popular. Por el momento, NO a la Bicameralidad.
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