¡No a la paralización minera!
Como ya nos tiene acostumbrados, este gobierno cree que con improvisaciones y brulotes resuelve los, cada vez más severos, problemas que enfrenta; sin imaginar que lo que hace es profundizarlos por falta de experiencia y porque no comprende que una seria coyuntura como la actual —en vísperas de elecciones— demanda no solo soluciones urgentes, sino, por encima de todo, coherentes e inteligentes. Pero eso es pedirle peras al olmo, amable lector. Porque la orfandad intelectual, como la incapacidad funcional de una gran mayoría de quienes integran tanto el Consejo de Ministros —y, de allí para abajo, la mayoría de quienes administran el Estado— es sencillamente irrelevante.
En esta ocasión, nos referimos a la salida por la tangente que ha improvisado este régimen temerario para el grave problema de la minería, amenazada de muerte cada vez más por la informalidad y por la criminalidad que se han apoderado de esta actividad fundamental para el desarrollo y para la estabilidad socioeconómica de los peruanos. La decisión gubernativa de paralizar las actividades de la minería formal, pretendiendo contener la estremecedora amenaza de muerte, de terrorismo y caos que implica la consolidación de la minería informal (propiamente ilegal), es sencillamente demencial. Ensayemos algunas proyecciones sobre este escenario.
Consecuencias económicas:
Pérdida de ingresos fiscales: solamente suspender la minería en Pataz generaría una pérdida mensual en canon y regalías por muchos millones.
Paralizar la producción, es decir, la exportación de oro, bajaría nuestros ingresos en unos US$ 100 millones mensuales.
El despido masivo afectaría miles de empleos directos/indirectos, aumentando la pobreza y generaría migraciones masivas en busca de oportunidades.
La población enfilará contra el gobierno, al extremo de consolidar otra vacancia presidencial con las graves consecuencias que ello crearía.
Pérdida total de confianza del sector privado en el gobierno y también pérdida de confianza de la población, con consecuencias impredecibles.
Finalmente, la minería ilegal e informal consolidarían una posición de dominio en este sector vertebral para la vida de nuestra nación, dejando en caída libre a toda la actividad privada minera.
El gobierno no puede ni debe seguir dando palos de ciego en medio de un panorama absolutamente endemoniado, como en el que se encuentra la fundamental actividad minera nacional. La Policía y las Fuerzas Armadas, acantonadas por ahora en Pataz, deben abocarse a proteger la vida y salud de los empresarios y trabajadores, así como de las instalaciones mineras, PERO SIN PARALIZAR LAS ACTIVIDADES de este imprescindible sector.
Si Dina Boluarte no entiende la magnitud de la circunstancia en que su incapacidad ha colocado al Perú, que sepa que pasará a la historia como quien irresponsable, temeraria, perversamente condujo a nuestro país al desastre. Al final del día, amable lector, así son los izquierdistas: ineptos, desinteresados por la patria, concentrados exclusivamente en sus intereses politiqueros y afanados por dirigir en solitario esta nación, que favorece a un arcoíris de predilecciones partidarias. Por estas razones, la izquierda solo alcanza éxito electoral cuando los comicios son amañados. Como ocurrió con Humala y Castillo, entonces jefe de Boluarte.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.