¡No lo merecemos!

El viernes último, amanecimos con la noticia de un megaoperativo a nivel nacional por parte de la Fiscalía de la Nación, que involucró a casi una veintena de congresistas.

El allanamiento a los despachos congresales y a sus domicilios demuestran una podredumbre política sin límites, que viene carcomiendo nuestra Patria, pero la culpa no es de esta lacra de aventureros dizque políticos, que en su vida han leído la Constitución Política y menos el reglamento del Poder Legislativo, y que desconocen de ética, principios, moral y dignidad.

La luz verde para tentar un escaño nace de los "líderes" de las organizaciones políticas (antes eran partidos políticos con una férrea ideología), hoy son una sarta de saltimbanquis que cambian de ideología como si esa no tuviese ningún valor moral, sumado a ello, en los miles de incautos electores, que confiaron en esta gente, y finalmente la flagrante miopía del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que no ve, indaga, investiga y contrasta.

Mientras estemos inmersos en esta miasma, poco o nada se puede hacer por los sagrados intereses de la Patria. Se hablaba de adelanto de elecciones y pusieron en columpio al pueblo, hablan de reformas constitucionales y se van con la plata de todos los peruanos a una fiesta patronal de un congresista a bailar marinera.

Habiendo trabajado con ilustres señores senadores, notables patricios, en lo que alguna vez se le denominó el Palacio Legislativo, me causa estupor y náuseas la calidad de congresistas que tenemos, hasta para leer un papelito, no saben ni expresarse ya que ninguno es orador, el solo escucharlos es un sacrificio al oído y un atentado a la lengua española.

Si queremos realmente tener la Patria que por Derecho Natural todos queremos y merecemos, hay que hacer una verdadera fumigación de tanto mamarracho político, que ofrece de todo como en mercado popular; ser congresista de la República es un honor, es la confianza del pueblo depositada en determinado Padre de la Patria, para la búsqueda del ansiado bien común; sin embargo, prevalece el bien personal y esta gentuza se las da de omnipotente; basta ver cómo terminó defenestrada la congresista y expresidente del Consejo de Ministros, cuando en los medios mentía descaradamente y soltaba cada bravuconada cargada de odio y resentimiento social, cual bumerán, está hoy viviendo las consecuencias de su prepotencia.

El solo allanamiento al Congreso de la República, a los despachos congresales o a los domicilios de los legisladores demuestra con creces que estamos camino en el fondo del barranco.

Asumamos nuestra responsabilidad como ciudadanos y electores, que los supuestos líderes políticos tengan el tino suficiente de saber elegir en sus listas parlamentarias, ediles o para los gobiernos locales a gente proba o mínimamente capacitada, pero sobre todo digna.

Se hace imperiosa la necesidad del cambio de las autoridades del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), ellos tienen mucha responsabilidad política de la situación en la que estamos hoy inmersos.

Así como los casi 25 millones de electores que con criterio de conciencia y no manipulados por algunos medios de comunicación social que han perdido su línea ética, decidan con lupa en la mano a sus representantes, lo vivido hasta ahora demuestra que la sociedad agoniza, ante una clase política que está en etapa… terminal.

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