No perdamos más tiempo
El aún presidente Castillo y algunos de sus ministros (si puede llamárseles así), han inaugurado su flamante “agenda” consistente en que el Congreso elimine de su libreta la vacancia presidencial. “Está perdiendo el tiempo”, afirma uno de sus más melosos escuderos, el ministro (sic) Alejandro Salas. Vayamos por partes. Castillo es un permanente, irredento delincuente, que dedica la mayor parte del tiempo que le pagamos -para que gestione correctamente el Estado- obstaculizando en forma flagrante a la Justicia. Por tanto, quebrantando la ley a cualquier hora del día. Semejante atentado ¿le parece correcto, amable lector? ¡A nosotros no! ¡Por eso venimos denunciándolo de manera incesante! Porque no es posible que una sociedad que se precie de ser decente, permita que siga Pedro Castillo al frente de la nación. Un presidente necesita ser un ciudadano moralmente pulcro. Su ejemplo sienta cátedra especialmente en las mayorías, usualmente proclives a adaptar su personalidad al ejemplo que vean de quien les gobierna. ¡Pero Castillo obstaculiza permanente, groseramente la Justicia! Por ejemplo atacando en forma temeraria a la Fiscal de la Nación; o impidiendo que los fiscales cumplan la orden de un juez, allanando la residencia de Palacio de Gobierno para detener a la hija putativa del presidente, quien acabó siendo escondida precisamente por este mismo. Castillo, insistimos, es un presunto delincuente capaz de cualquier trapisonda para afirmarse al poder, liderando a una organización criminal. Esta realidad se la imputa la Fiscalía como una cada vez más clara probabilidad. Denuncia demasiado compleja, proviniendo de un organismo vertebral para la Justicia como es el Ministerio Público. Y, además, por si ello fuera poco, este “mandatario” continuará destruyendo el Estado –que es de todos los peruanos- con esta manifiesta, incorregible incapacidad que demuestra para gobernar. Aunque, amable lector, ahí no quedan los perjuicios que les causa a los peruanos la permanencia de Castillo en la presidencia de la República. Porque cada hora que este sujeto permanezca en el poder seguirá consolidando el plan de gobierno con el cual accedió al poder. ¡Este no es otro que la cubanización del Perú!
Es evidente que hoy aparece un Castillo enredado en su laberinto de trampas y engañifas, arrimado contra las cuerdas y a punto a caer a la lona vencido por el pánico a que se confirme su liderazgo de alguna organización criminal. Quizá a raíz de esto, sus agoreros claman que “Lo que único que busca el presidente Castillo es cesar la confrontación entre poderes del Estado y hallar soluciones en conjunto.” ¡Tarde piache! Oiga usted, Pedro Castillo y a través suyo, que lo escuchen los alcahuetes que fungen de ministros suyos. ¡Usted sabe que este lloriqueo es otro de sus engaños! Y esto no será permitido por, repetimos, una sociedad decente como esta que conforma la mayoría de peruanos. El lancero de Palacio, Alejandro Salas, alucina de “una tregua”. ¡Aunque las treguas son momentáneas! ¡Y no existe garantía de que una de las partes –el Ejecutivo en este caso- la quiebre, si eventualmente se viese con menos agua al cuello que ahora.
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