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No se hizo nada bien en tres décadas

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Fecha Publicación: 05/05/2024 - 21:10
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No hay objeciones sobre el título que Alianza Lima consiguió en la temporada 2023 – 2024 en la Liga Nacional de Voley Femenino Superior, Categoría Mayores, al imponerse en el último y definitivo partido a la USMP por 3 sets a 1. Lo relevante es que el club victoriano accede a una corona luego de 31 años, lo que deja mucha tela por cortar comenzando por reconocer que pese a su arrastre popular y manifiesta responsabilidad se trabajó mal, pésimo diríamos, durante tanto tiempo como para estar tan alejado de los buenos resultados.
No sólo ello. Nunca hubo una rectificación que fijara una meta correctiva, más aún, la ceguera fue tan grande como si se tratara de normalizar los fracasos, y decimos fracasos, porque para esa institución no lograr un título es un lastre que se está replicando en el fútbol profesional pese a poco meditadas inversiones en muchos casos, inadecuadas y millonarias.
La LNVF y sus 12 clubes tiene muchos pasivos a cuestas y sus carencias están a la vuelta de la esquina, entendiendo que un torneo como el que acaba de terminar registra que hasta el descendido Deportivo Alianza contó con sangre foránea, acaso para mostrar que lo extranjero puede ocupar un lugar sin mayores exigencias, cuando sabemos que necesitamos seguir sembrando el vóley para recuperarnos de la destrucción que nos deja esta federación. (Quintos en Sudamérica, algo inaudito).
Creemos que jugadoras jóvenes y talentosas hay en todo el país, lo que se necesita es un trabajo sostenido y serio para ubicarlas y atraerlas a los clubes que activan la Liga Nacional. El vóley está lleno de gente calificada, de descubridores de valores porque son ellos los que saben dónde están las rescatables. Esos forjadores existen y están diseminados, pero no perdidos de ninguna manera.
En materia de entrenadores el destino quiso que fueran suspendidos los técnicos de Alianza Lima y la San Martín en los últimos dos encuentros luego de un desatino mayúsculo de Vinicius Gamino en el primer cotejo, permitiendo que el connacional Gaspar Vicuña asumiera esa responsabilidad en reemplazo de Rafael Petry. Quizás a esta hora habríamos ignorado su incidencia en tan valiosa conquista sabiendo que Vicuña ha tenido experiencias en otros equipos y con resultados alentadores.
Bien apoltronado en los alrededores de la cancha del coliseo de Villa El Salvador, Antonio Rizola, el flamante director técnico de la FPV, se habrá percatado, no sin preocupación, que muchas figuras no eran precisamente convocables por ser extranjeras. Y esto gravita más aún frente a los retos que deberá asumir nuestro vóley en los próximos meses.
Como se sabe, seremos organizadores en agosto próximo del Primer Mundial de Voley U17 y nos ha tocado el “grupo de la muerte”, donde intentar avanzar a la siguiente fase no será nada fácil. Rivalizar con Brasil, República Dominicana y Canadá es una empresa de alto vuelto, pese a tratarse de una categoría promocional nos imaginamos los grandes esfuerzos que deberán asumirse para no defraudar.
Mientras tanto, una reflexión final. No solo debemos preocuparnos del trabajo formativo de jugadoras como punto de partida. ¿Qué hay del vóley masculino? ¿Qué pasa con el colegio de entrenadores?, ¿acaso se capacitan? ¿Qué se está haciendo para tener árbitros competentes? La lista es muy larga y muy nutrida. Es la tarea que la federación mira de costado.

Por Bruno Esposito Marsan

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