No sigan taponeando el sol con un dedo
Por las razones que fuere –aunque, en rigor, es por comodidad- mucha gente (a veces demasiada) prefiere cubrirse los ojos en lugar de adoptar precauciones para enfrentar las realidades. ¡Por ejemplo, estas horas alarmantes como las que hoy atraviesa el Perú! Resulta preocupante contemplar a tantos ciudadanos que todavía prefieren ignorar la situación del país, siendo testigos del drama que viven los vecinos de naciones latinoamericanas como Cuba o Venezuela.
Drama que la cúpula comunista zonal pretende imponer a los peruanos, parapetada detrás de unas hordas de pobladores de diferentes regiones del Perú. Una realidad que prefieren ignorar las mismas clases alta y media que ahora se preocupan, comprobando que las protestas en la capital están rodeadas de extrema violencia, y son azuzadas por profesionales foráneos detrás de caciques provincianos, especializados en generar asonadas con efectos de acciones terroristas.
¡Peor todavía, porque nadie garantiza que no vaya a encenderse la mecha violentista, y todo ingrese a una fase de agresión de pronóstico reservado! ¡Lo que ha ocurrido esta semana es grave! Estos ciudadanos que se vendan los ojos porque prefieren abstraerse de la realidad, fueron testigos de muchas jornadas cargadas de virulencia verbal, dirigidas a crispar los ánimos entre las capas sociales más desfavorecidas.
El origen radica en esos “consejos descentralizados de ministros” que organizó Aníbal Torres, quien incomprensiblemente todavía está libre. Los orquestó en complicidad con Betssy Chávez, secundados por ministrillos sobones como Alejandro Salas (el primero en renunciar tras el golpe de Estado que perpetró Castillo) junto con otros sobones apellidados Sánchez, Chero y demás infectos que fugaron como ratas tras el golpe de diciembre 7, 2022.
Repetimos, el miserable Aníbal Torres, conjuntamente con otros miembros de su gabinete y el corrupto golpista Castillo, nos amedrentaban con hacer “correr ríos de sangre”, si el poder Legislativo ejercía su derecho constitucional de vacar al presidente, inmerso en una sucesión de crímenes por corrupción.
Estamos hablando de delitos evidenciados en decenas de carpetas presentadas al Congreso por la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, acompañando la contundente acusación constitucional que produjo, para imputar a Pedro Castillo por liderar una organización criminal enquistada en la propia jefatura del Estado.
Es bueno que aquellos peruanos que todavía no miden las consecuencias de su permisividad hacia el régimen de Pedro Castillo comprendan la gravedad de su indolencia repasando los archivos periodísticos del último año y medio, para recordar el verdadero origen del proceso sedicioso que, con visos de terrorismo, nuevamente enfrenta nuestra patria.
Coyuntura que podría llevarnos a todos hacia un escenario similar -o peor aún- al de aquellos gulags que vemos representados en Venezuela, Cuba o Nicaragua. Hacerse los desentendidos y pensar en que Dios es peruano, solo multiplica las consecuencias de tamaña irresponsabilidad. Una barbaridad que, de manera progresiva -pero sobre todo incomprensible y absurda-, continúa vigente entre aquellos privilegiados sectores de nuestra clase alta y, en menor escala, de la clase media. No tapen el sol con un dedo, señores. ¡Repasen la historia reciente y reflexionen! ¡Pero háganlo cuanto antes!
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