¿No son comunistas?
Apenas siete meses después, se está poniendo de moda decir que la gavilla que se ha encaramado en el poder no es comunista. Por ejemplo, la expremier Mirtha Vásquez ha tenido el desparpajo de decir en una entrevista con Jaime Chincha en RPP que el actual “es un gobierno conservador, con coincidencias con la derecha radical”. Así, la culpa del fracaso la tienen los demócratas, los defensores del libre mercado.
Tamaña sandez la perpetra luego de haber sido defenestrada de la PCM. Es decir, el gobierno sí era parte de la nefasta corriente del socialismo del siglo XXI, a la cual se adscribe ella, hasta hace un par de semanas.
Pero cuando la echaron de mala manera, el gobierno de pronto se alineó con la derecha radical que, debemos suponer, está integrada por los hermanos Cerrón, los procesados por terrorismo Guillermo Bermejo y Guido Bellido, el movimiento magisterial generado por Sendero Luminoso Fenate, y otros similares que respaldan ardientemente a Pedro Castillo.
En verdad, esa es una vieja estrategia de comunistas y caviares para evadir la responsabilidad de una verdad inconmovible, el fracaso del socialismo en todos los lugares y todas las épocas.
En la década de 1970 se suscitó una discusión sobre el tema, cuando ya se evidenciaba la bancarrota de las dictaduras comunistas en el mundo entero.
En Occidente y América Latina, los caviares e izquierdistas de todas las tendencias recurrieron al fácil expediente de sostener que lo que había en la Unión Soviética –o en Cuba, Corea del Norte o China, según los gustos- no era comunismo ni socialismo, sino algún tipo de sistema innombrable que se había deformado, tergiversado y, por tanto, su fracaso no podía atribuirse a las ideas socialistas y comunistas que se aplicaron allí.
Simultáneamente, esos mismos caviares y comunistas, para seguir tratando de hacerse del poder, criticaban los defectos del capitalismo y la democracia –que los tienen-, y los comparaban con lo que sería una sociedad socialista ideal, donde todo es prosperidad y felicidad.
Esa falacia se rebatió eficazmente señalando que el capitalismo y la democracia tenían que compararse no con una utopía quimérica, sino con el socialismo realmente existente, es decir, con el que se había impuesto en los países mencionados y que había naufragado y arruinado a las naciones, sin excepciones, como lo demuestra el hecho de que la gente huía en masa de Cuba, Alemania Oriental –y hoy día de Venezuela- hacia otros países, y nadie fugaba hacia el “paraíso” comunista.
El comunismo realmente existente en América Latina es el de Cuba, Venezuela y Nicaragua, gobernados por dictadores corruptos e incompetentes. Los que hoy detentan el poder en Perú son igualmente ineptos y deshonestos, además de comunistas. Una cosa no quita la otra (también está de moda decir que como son una banda de ladrones no son comunistas), son complementarias en el socialismo del siglo XXI.
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