Nucleares y vecinos
India no se podía quedar de brazos cruzados. El conflicto iniciado por el ataque terrorista del 22 de abril del presente año dejó 26 civiles muertos, en su mayoría turistas hindúes. India responsabilizó a Pakistán luego de atribuir la autoría al grupo terrorista Frente de Resistencia (TRF), vinculado a Lashkar-e-Taiba (LeT), lo cual fue negado por Islamabad, capital de Pakistán. A este grupo, LeT, se le atribuyó el atentado de Bombay en 2008, que dejó 166 muertos y 300 heridos.
India acusa al servicio de inteligencia pakistaní (ISI) de proteger a los líderes terroristas, entre ellos Hafiz Saeed, fundador del TRF, quien ha vivido abiertamente en Pakistán organizando mítines. Se ha documentado la existencia de campos de entrenamiento en territorio pakistaní, específicamente en Punjab y Cachemira. En resumidas cuentas, el TRF es una máscara moderna del grupo LeT. El motivo es claro: evitar a toda costa involucrar a Estados Unidos o a la ONU. Sabiendo las respuestas que han dado ante el terrorismo —como la eliminación de Osama bin Laden en 2011 con la operación Neptune Spear, o las acciones no militares de la ONU, como el congelamiento de fondos a países que financian grupos terroristas—, los responsables buscan pasar desapercibidos.
Se sabe que tanto India como Pakistán poseen ojivas nucleares. India mantiene política de uso disuasivo, a diferencia de Pakistán. La preocupación internacional radica en que los grupos terroristas que actúan en India y Pakistán, países con poderío nuclear, no representen en el futuro un mayor peligro.
Tras su partición en 1947 —siendo la India británica un territorio compuesto por hindúes, musulmanes, sijs y otros bajo dominio colonial—, surgieron profundas tensiones políticas y religiosas. Al dividirse en India (de mayoría hindú) y Pakistán (de mayoría musulmana), el resultado de mayor impacto fue la huida de 14 millones de personas por la violencia religiosa. Cabe decir que Pakistán se dividió en Occidente y Oriente. Este último se convirtió en la actual Bangladesh.
El conflictivo territorio fronterizo de Cachemira ha sido centro de tres guerras directas (1947, 1965 y 1999). Para Pakistán, esto representa una deuda pendiente desde la partición; para India, es parte de su soberanía. Los grupos terroristas surgidos en Pakistán tienen su origen en este contexto.
Todo lo anteriormente mencionado nos ayuda a entender por qué India reaccionó con tanta fuerza tras el ataque del 22 de abril. India actuó sin esperar, respondió de forma militar en menos de 15 días. Ambos estados deben proteger sus soberanías, por lo que el diálogo bilateral constante —gracias a un canal permanente establecido por la ONU— y la autonomía regional en Cachemira podrían ayudar a garantizar la protección de los derechos humanos.
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