Nuestras filósofas, y la hipótesis represiva de la sexualidad
Nuestras filosofas escribiendo sobre filosofía peruana son una forma de resistencia a la hipótesis represiva de la sexualidad, de la biopolítica. La filosofía peruana contiene una hipótesis represiva del género, de la sexualidad, que debe ser vivida socialmente por las filósofas. Este libro es la producción hermenéutica de un dispositivo de la sexualidad. Michel Foucault diría que tiene razón de ser, pues da cuenta de la modulación y de la resistencia a la modulación de la sexualidad de las filósofas, que se hacen escritoras de filosofía peruana en la resistencia a la pedagogización de sus sexos, a la socialización de las conductas procreadoras, a la histerización de sus cuerpos femeninos, y hasta a la psiquiatrización de su saber-poder. La reflexión de este artículo es una extensión metodológica del libro cuya ficha técnica es la siguiente: Rubén Quiroz Ávila - Editor (2023): El más grandioso timbre. Filosofía peruana escrita por mujeres. Lima: Revuelta.
Se trata de un libro compilación que reúne trabajos que corresponden a las distintas etapas de la filosofía peruana, desde fines del siglo diecinueve hasta la actualidad. Recoge catorce artículos académicos de las siguientes filósofas: Margarita Práxedes Muñoz, que participa con dos artículos, Mercedes Cabello de Carbonera, Elvira García y García, Dora Mayer de Zulen, Mercedes Gallagher de Parks, Nelly Festini Illich, Magdalena Vexler Talledo, María Luisa Rivara de Tuesta, Teresa Arrieta de Guzmán, Adriana Añi Montoya, Pepi Patrón, Luz González Umeres y Cecilia Monteagudo. Michel Foucault, en su “Historia de la sexualidad”, entrama como grandes temáticas: saber, poder y sexualidad. Este libro es ocasión para señalar que hay relaciones de poder entre los hombres y las mujeres que conforman el campo filosófico, que el cuestionamiento foucaultiano sobre la autonomía del sujeto incluye a nuestras filósofas, y que aun siendo filósofas son sujetos sujetados. Nuestras filósofas son sujetadas por su historia, por su inconsciente, pero también por su género. El campo filosófico, y la propia filosofía, tienen formas canónicas que actúan como dispositivos de disciplinamiento, en este caso de género. Es posible que el campo filosófico sea uno de los panópticos más perfectos, porque está instituido de modo que no se ve. Las mujeres escribiendo sobre filosofía peruana son una forma de develación. Margarita Práxedes Muñoz, Mercedes Cabello de Carbonera, Elvira García y García, y Dora Mayer de Zulen, eran capaces de pensar filosóficamente, pero no eran consideradas capaces de ejercer el derecho al voto. El libro, desde su concepción, tiene que haber sido pensado desde la relación entre saber, poder y sexualidad.
Fui alumno de la distinguida filósofa sanmarquina Vexler Talledo. Me enseñó el curso de Historia de la filosofía moderna. Por ello, y por su resistencia tanto a la hipótesis represiva de su sexualidad, como al disciplinamiento filosófico del marxismo y de todo positivismo, me ocuparé de su artículo exquisito titulado “Filosofía y metáfora”: La profesora Vexler se pregunta acerca de la legitimidad del uso del lenguaje metafórico en la filosofía, y de si se trata de una invasión del lenguaje poético que introduciría el error o la ambigüedad en la filosofía. Da cuenta del estado del arte, y hace un recorrido por los enemigos de las metáforas como parte del lenguaje filosófico. Aristóteles y los antiguos, Tomás de Aquino y medievales, Hobbes, Hume, Descartes y los modernos. Precisamente, Descartes habría inventado una de las metáforas más significativas de la historia de la humanidad: “Geometría se mi metáfora”. Se detiene en algunos más contemporáneos: El francés Henri Bergson, cuyo método del conocimiento lo lleva a sostener que el lenguaje figurado, o metafórico, es el lenguaje “propio” de la filosofía, a condición de sólo “sugerir y no descubrir o representar como lo hace el lenguaje abstracto”; y el peruano Mariano Iberico, para quien la metáfora tiene una función hipostática y no abstractiva, cuyas características principales son la analogía y la participación. Vexler propone revisar a Aristóteles, en cuanto que la metáfora no sólo sirve para el ornato del estilo, sino que también es útil para construir el propio pensamiento. El libro encuentra su nombre en la filósofa Práxedes, y su bella metáfora, que dice “El más grandioso timbre de gloria será siempre para nuestro siglo… de laboriosos estudios y observaciones”. Pero yo resignifico a Vexler, y su también bella metáfora al parafrasear a Teodor Vianu, que contiene la hipótesis represiva de su género, de su sexualidad: “La fantasía aparece, en ocasiones, como un vestido sumamente amplio para el pensamiento, incapaz de moldear todas sus formas, o como un vestido sumamente estrecho, que impone al pensamiento la necesidad de romperlo y arrojarlo lejos de si”. Así también son nuestras filósofas y la hipótesis represiva de la sexualidad, y de la biopolítica.
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