Nueva amenaza de cambio de Constitución
Lo más probable es que los partidos políticos de izquierda vuelvan a impulsar el cuento del cambio constitucional, como “solución final” a todos los problemas de las masas populares. Sus invariables, hartantes —siempre demagógicos— argumentos son los mismos: modificar la estructura del Estado para “garantizarle” al Pueblo equidad económica y social, a través de una nueva Carta que permita un “rol activo del Estado en la economía y la provisión de servicios públicos”, incluyendo los derechos de las comunidades indígenas, los trabajadores y otros sectores “históricamente marginados”; cambiando el sistema electoral y de gobierno “para fortalecer la participación ciudadana y reducir la influencia de las élites económicas”. Por supuesto, atacando a los modelos neoliberales, señalando que únicamente favorecen el mercado explotador.
De hecho, con miras a las elecciones 2026, diversos partidos de izquierda ya han formado alianzas para impulsar una Asamblea Constituyente, redactar inmediatamente una nueva Constitución y conseguir su aprobación en el más breve plazo vía consulta popular.
El caballito de batalla de esos partidos fascistas para insistir en el cambio constitucional es siempre el mismo: implantar “la verdadera justicia social con equidad económica”, pues las anteriores constituciones “no responden a las necesidades de los pobres y marginados, redistribuyendo los recursos estatales vía la intervención del Estado en la propiedad y en la conducción de una economía nacional popular, para proveer todos los servicios sin costo para las clases indigentes, excluyéndolas asimismo de todo pago de impuestos.” Vale decir, subsidiadas por las élites pudientes; además de imponer la participación ciudadana en el manejo del Estado que, en adelante, ya no se regirá por el mercado, sino por la distribución de la riqueza enfocada al “bienestar social”.
A la izquierda no le interesa que semejante atentado contra el futuro de cualquier nación sea denunciado con argumentos sustentables. Empezando por la quiebra de la economía y el consecuente desastre nacional, que acarrearán más hambre, miseria y desesperación. Como en Cuba, Venezuela, Nicaragua —tres experimentos que reflejan el hambre, la miseria y el caos— además de la ab-so-luta falta de libertades. Pero la izquierda criolla sabe que esto no le importa al pueblo. Lo que pregonan los rojos es acabar con quienes tengan algo para adueñarse de aquello. ¡Jamás para dárselo al Pueblo! Pero cuando los recursos se acaban, los socialistas echan mano al totalitarismo, encarcelando a todo aquel que no esté alineado con los “principios del gobierno revolucionario que terminará con los ricos”. Aunque, de paso, con la libertad de los pobres, imponiéndoseles leyes crueles, tiránicas, fascistas, haciéndoles regresar a la miseria; aún más, esclavizándolos.
Agotada esa demagogia, las izquierdas que engañaron al país con el cuento del “cambio de Constitución” —utilizando tesis totalitarias que aplicarán para cambiar la Carta y llegar al poder para vivir como plutócratas, robándole a quienes, sacrificándose y luchando, lograron construir algún patrimonio— apelarán a imponer aquel eterno cepo totalitario del hambre, la cárcel, la tortura y la desesperación que, décadas después de las “transformaciones” cubana y venezolana, todavía campea y devasta a aquellos hoy frustrados, míseros países.
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