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Nueva generación

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Fecha Publicación: 11/06/2022 - 21:40
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Por Willy Terry

Resultaría un despropósito pensar en un futuro musical criollo sin antes conocer la realidad de los semilleros. Es como querer exportar un mineral valioso sin antes visitar la cantera.

Existen probablemente no uno, sino varios intentos de formar y forjar nobeles cultores de nuestra música; cuya hoja de ruta indica un paso obligado por las primeras influencias en el hogar y luego por los centros de formación artística, llámense universidades, institutos, escuelas, centros comunales o iniciativas particulares.

Pero luego del aprendizaje y la práctica; la tan reclamada y esperada nueva hornada no tiene posibilidad alguna de subir a una tarima y demostrar que su temprana elección de ser criollo valió la pena. No existe un procedimiento que permita cerrar el circuito y llevar a estos jóvenes talentos a ser conocidos como la alternativa de recambio para las generaciones mayores.

Sucedió en la época de oro, en donde el bálsamo de la popularidad y el éxito no consideraban la posibilidad de que esto algún día y en forma natural se terminaría. Pinglo lo dejó escrito: “…a los nuevos bohemios entrego mi pendón…”, pero este mandato quedó solo en su maravilloso vals “De vuelta al barrio” o “La vuelta al barrio”, según sea calle por donde el feligrés retorne…

Pongámosle foco a este aspecto importantísimo para la preservación de nuestro acervo; la nueva generación, el semillero, los jóvenes valores.

Privilegio el mío, de conocer a un valiosísimo colectivo denominado Centro Musical Talentos de Vitarte, dirigido y creado por el profesor Raúl Carbajal Benavides, incansable vecino vitartino que, no solo apuesta por la difusión de nuestra cultura musical, sino que confía en este grupo de niños y adolescentes en quienes logró el compromiso con el culto y aprendizaje de nuestra música criolla. Sorprendente la entrega y pasión con que interpretan los diferentes géneros de la costa; desde la intensidad de un vals patriótico; la alegría de una tradicional polka; el canto de contrapunto de una jarana limeña; las palmas; el guapeo y hasta la inocente declamación de una poesía contestataria.

Tenemos que darlos a conocer. Que este semillero vitartino sea ejemplo para muchos, que sea el motivo que unifique a la comunidad en torno al lenguaje musical.

La familia, el barrio, la escuela, juegan un papel importantísimo y así, la música criolla podría convertirse en el prototipo de ese anhelado elemento integrador de la sociedad. Hagámoslo.

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