ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Nuevamente, bordeando la vacancia, el hartazgo y el caos social

Imagen
Fecha Publicación: 09/10/2025 - 23:00
Escucha esta nota

Ayer el país amaneció con la súbita presentación de otra moción de vacancia contra la presidenta Dina Boluarte, respaldada por 105 congresistas. Esto, a seis meses de las elecciones de abril de 2026, no es una nueva mascarada política, sino otra seña de alarma institucional. En medio de una nación asediada por la inseguridad ciudadana; enconada por el odio político; y hastiada de vivir socialmente fatigada —tras cinco vacancias presidenciales seguidas en menos de dos años—, es una insufrible crisis que amenaza desbordar nuestro fragilísimo equilibrio sociodemocrático.
La ciudadanía no solo está sorprendida, sino saturada. Cansada de ver cómo el poder se recicla sin rendición de cuentas; con promesas que a cada hora se diluyen en disputas internas; y harta de una violencia —delincuencial y/o política— que carcome nuestro paisaje cotidiano. Este sexto intento de vacancia presidencial, en apenas siete años, más allá de tener ribetes excéntricos, se percibe como una maniobra politiquera que ignora el terrible contexto social de un país al borde del colapso emocional, económico e institucional.
Las perspectivas no son nada alentadoras. Si la moción prospera, el Perú enfrentaría una nueva transición presidencial ya en plena campaña electoral; con un Parlamento desprestigiado y una ciudadanía sin referentes legítimos. Y si no prosperase, el encono se profundizará alimentando la infame narrativa de impunidad y blindaje, tradicional de este perverso enjambre político en que se ha transformado el Perú. En ambos escenarios, el riesgo no es solo político, sino social. Porque cuando la institucionalidad se convierte en campo de batalla, la calle se convierte en tribunal.
¿Cómo evitar entonces que el hartazgo nacional se transforme en explosión social? ¡Empecemos porque la clase política debe recuperar el sentido de responsabilidad! No hablamos de blindar a Boluarte ni de castigarla sin pruebas: necesitamos comprender que cada decisión institucional genera consecuencias sociales. La vacancia no debe ser usada como herramienta de presión ni atajo electoral. Si existen faltas, que se investiguen. ¡Pero con rigor; nunca con cálculo político! El Congreso necesita dejar de legislar de forma cortoplacista y chabacana. Casos como la reforma política, la seguridad ciudadana y la reactivación económica no deben seguir siendo promesas postergadas. Asimismo, la ciudadanía debe asumir su rol vigilante, canalizando su participación ética. Más allá de protestar, lo que necesitamos hacer es proponer, fiscalizar y votar coherentemente.
Finalmente, los medios de comunicación y las organizaciones civiles necesitan contrarrestar la narrativa caviar. En tiempos de polarización, la información, el debate plural y la pedagogía cívica son herramientas para evitar que el caos se vuelva costumbre y la verdad se convierta en rehén de intereses.
El Perú continuará al borde del precipicio si sus ciudadanos siguen las consignas establecidas por la misma ralea caviar, que hoy vuelve a desviarnos hacia la vacancia y la quiebra social. Porque cuando el poder se transforma en espectáculo, el ciudadano deja de ser espectador y se vuelve protagonista. Y si ese enfermizo protagonismo no se canaliza, acabará incendiando la pradera.

Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.