¿Nuevos rostros?

Participo como es propio de los tiempos en varios de los llamados “chats” o grupos cerrados que usan aplicaciones de mensajería por teléfono. Algunos de ellos dedicados a temas políticos. En los últimos días he podido observar mensajes -limitados al grupo y también en aplicaciones abiertas al público-, en los que algunas personas, con buena o mala intención, se arrogan el derecho de decidir quiénes pueden o no participar en las manifestaciones, marchas, etc., que multitudinariamente vienen dándose en Lima y distintas regiones del país reclamando la terminación inmediata del régimen que dirige, como presunta organización criminal y comprobada ineficiencia y estulticia, P. Castillo Terrones (¿o Pedro Castillo Díaz?).

A esos comentarios se agregan hasta editoriales de ciertos medios de prensa, conocidos por haber apoyado al partido que hoy desgobierna al Perú y viene causando grave daño a su aparato productivo y a la economía de los hogares, sobre todo de las familias más vulnerables por la pobreza que sufren o por aquella en que van a volver a caer.

Junto al señalamiento de tal o cual personaje, con nombre y apellido, al que pretenden impedirle el derecho fundamental a participar en política, se desliza el argumento de que se necesitan nuevos rostros, caras nuevas.

Desde antes que el grupo de marxistas tomara el Poder Ejecutivo a fines de julio del año pasado, muchas personas, de distintas vertientes y agrupaciones políticas, de diversas edades, ocupaciones y nivel socioeconómico, tomaron las calles para exigir transparencia en la actuación de los entes electorales.

Tales manifestaciones, de las que me apartan razones de salud, han continuado, cada vez más numerosas, frente a un régimen que en menos de un año acumula indicios y hasta evidencias de gran corrupción en el uso del poder e inestabilidad destructiva expresada en la designación de gente inepta y hasta prontuariada que debe ser sustituida apenas asume el cargo. Hasta la fecha suman cuatro los presidentes del Consejo de Ministros, otros tantos y más en carteras importantes como Interior y Energía y Minas (cinco), Agricultura (cuatro), Salud, Educación y Defensa (tres).

Quienes piden nuevos rostros, olvidan que la mayoría, si no todos los que vienen causando tropelías en el Poder Ejecutivo y hasta en el Congreso eran “caras nuevas”, desconocidos, además de faltos de preparación, antes de asumir los cargos.

Sin duda una política sana requiere sangre nueva, joven y diversa, pero no vale ocultar la defensa del régimen pretendiendo debilitar a la oposición privándola de sus elementos más experimentados, eso sí siempre que sean consistentes y honrados.

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