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Nunca escupas al cielo

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Fecha Publicación: 11/01/2025 - 23:00
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Como parte de su estrategia de defensa a Odebrecht, a su socio principal, José Alejandro Graña Miró Quesada, y demás delincuentes de cuello y corbata —quienes han estafado a nuestro país robándole decenas de miles de millones de dólares vía “contratos de adjudicación” para megaobras—, resulta que la “gran prensa”, más propiamente “la prensa corrupta” o “prensa canalla” conformada por El Comercio, La República, RPP, canales 2, 4, 5, 8, 9, continúa actuando como vocera oficiosa de Odebrecht y sus compinches locales, a quienes usted siempre ve prontuariados en los medios independientes, pero beatificados en aquella prensa canalla. Al extremo que esta última ha decidido fabricar el señuelo del proxenetismo congresal como fuego artificial para acallar el gran debate nacional que destapará la histórica decisión del Tribunal Constitucional (TC), a efectos de que finalmente la justicia haga público aquel pacto criminalmente guardado en secreto por Odebrecht, en complicidad con el “fiscal” José Pérez Gómez, autorizado por su superior Rafael Vela Barba. Sin embargo, El Comercio demanda que esa prueba del delito siga encriptada sine die, escondiendo la mayor estafa de nuestra historia que, criminalmente, ha ayudado a tantos figurones cuyos nombres aparecerán muy pronto en medios como EXPRESO.
La historieta de la prostitución incrustada en el Congreso de la República es otra clara fabricación de esa prensa canalla. Su objetivo es desviar la atención ciudadana y seguir opacando la verdad encriptada por el infame pacto secreto que esconden los fiscaletes Vela y Pérez, en contubernio con Odebrecht, Graña Miró Quesada y, consecuentemente, El Comercio y su coro mediático aliado de la corrupción. Los herederos de don Antonio Miró Quesada de la Guerra debieran saber que aquella historieta es falsa, porque, como presidente de las cámaras de Diputados y de Senadores, quien fuera su tronco familiar conoció —como la inmensa mayoría de sus pares— la existencia de vericuetos secretos en el edificio congresal, aunque ajenos a pretensiones bastardas como la prostitución.
Lo que sucede, amable lector, es que El Comercio y su cohorte de alcahuetes trajeados de medios de comunicación se encuentran desesperados ante la bomba nuclear que les explotará en la cara cuando se haga público el infame pacto firmado con Odebrecht por los fiscaletes Vela y Pérez, transformados por El Comercio en figuras hollywoodenses ganadoras del Óscar. Y esta desesperación los ha llevado a infligirle un daño colosal a la institucionalidad nacional, sepultando en mugre al primer poder del Estado y mostrando su falta de patriotismo. Aunque también evidencian su clara vinculación con Odebrecht y su eventual culpabilidad penal, habiéndose salvado temporalmente por tantos silencios y, sobre todo, desinformaciones, como esas falacias con que difama a nuestro Congreso.
Es más, recordando casos recientes, El Comercio fue un acérrimo toledista, hasta que el hombre de Cabana se opuso a regalarle Canal 4. Pero, aun en ese momento, ese diario no llamó proxenetismo a la contratación de damiselas por parte del entonces presidente del Congreso, Carlos Ferrero, diametralmente contrario a su inconducta actual.
El descrédito seguirá acompañando al otrora importante periódico, hoy transformado en pasquín al servicio de la corrupción.

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