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¿Ocultó la verdad el Presidente?

Fecha Publicación: 19/01/2019 - 21:20
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El presidente Martín Vizcarra respondió a la pregunta de un periodista, sobre su relación de negocios con la empresa Odebrecht, con un rotundo NO. Sin embargo, es claro que su empresa dio servicios a un consorcio del cual la citada empresa era socia mayoritaria.

Esta respuesta le ha valido para que muchos interpreten que el Presidente ocultó la verdad, en un contexto de crisis política-judicial que pocas veces se ha vivido en el Perú, llevándose su caso hasta el foro del Parlamento donde, sin duda, se hará una interpretación política del hecho, como corresponde a este poder que tiene como función, entre otras, la de fiscalizar al Gobierno.

Desde el punto de vista de la ética política y, más en este momento en que las instituciones que ostentan el poder en el Perú han sido tocadas por escándalos de corrupción, la respuesta del Presidente, nos preguntamos los ciudadanos, ¿fue fiel a la verdad? Y, si no hubiera sido así, ¿por qué lo hizo? ¿No midió las consecuencias de su respuesta? ¿Quiso salir del apuro? ¿Tuvo reparos a que lo involucren en una corrupción que él dice perseguir? ¿Qué pasó en ese ámbito claroscuro donde los gobernantes quieren evitar ser acorralados?

Los hechos nos dicen que el Presidente tenía una empresa familiar, y que efectivamente dio servicios para la construcción de la Interoceánica del Sur. Un hecho que es difícil de olvidar o ignorar, como es lógico. Pero aun en la eventualidad que así le hubiera sucedido al Presidente, la respuesta éticamente correcta tendría que haber sido: lo ignoro, no lo recuerdo; pero fue un rotundo NO.

Opinamos que el NO del Presidente, en el ámbito de una conferencia de prensa, está al filo del ocultamiento de la verdad o de una respuesta para salir del apuro y lanzar lejos el problema que lo sorprendía de pronto. Fue, de alguna manera, un “manotazo” para quitárselo de encima.

La ética política exige que los líderes digan siempre “la verdad, nada más que la verdad y toda la verdad” a los ciudadanos. Una verdad tan pulcra como exige el dicho del emperador romano: “La mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo”. Imposible saber las “intenciones” de las personas, por eso es necesario cuidar la conducta.

Estamos convencidas de que una de las causas del “subdesarrollo” es justamente el poco apego a decir la verdad que tenemos algunas sociedades, ya sea por cortesía, por miedo, porque nadie nos va a hacer caso, porque las cosas van a seguir igual, por costumbre o porque es más fácil siempre decir lo “políticamente correcto”; porque de lo contrario, nos pueden tachar de personas incómodas y hasta de polémicas.

Lo cierto es que en los países con mayor desarrollo económico y social, ahí donde se carece de los recursos naturales que tenemos los más pobres, la verdad es un valor que todos viven y, en consecuencia, la corrupción se cae por si sola.

Necesario y urgente es, por lo pronto, que el Ministerio de Educación, tan preocupado por imponer su “ideología de enfoque de género”, se dedique mucho más a la formación de personas, ahora estudiantes, para que siempre digan la VERDAD.

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