Opciones y salidas

Un interesante debate en el programa Enfoques Cruzados de canal N respecto a cómo superar la crisis política, me llevó a la precisión de conceptos que solemos tomarlos de la misma forma y, sin embargo, tienen matices que los diferencian.

Jorge Morelli, columnista de EXPRESO como yo y apreciado amigo, identificó tres planes: uno, el proyecto caviar el cual consiste en sacar a Pedro Castillo de la presidencia y colocar a Dina Boluarte en su reemplazo buscando –a través de ella– copar otra vez el Estado, de la misma forma que lo hicieron en los gobiernos de Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Francisco Sagasti. Dos, el programa de la oposición de centro derecha que persigue deshacerse de Castillo y Boluarte para ungir a quien presida el Congreso, elegido o elegida de manera ad hoc para la ocasión.

El tercero y más peligroso, el plan del eje La Habana-Caracas inspirado por el cabecilla de Perú Libre Vladimir Cerrón, quien –como buen comunista– apuesta por la algarada popular para la instauración del caos y extraer de las cenizas un nuevo “orden”, ya conocido en las desastrosas experiencias de Cuba y Venezuela.

Coincidiendo con Morelli en los escenarios, acoté que los mismos no representaban “salidas” a la crisis. Que eran “opciones”, alternativas inmediatas, caminos trazados por la contingencia. Que la verdadera escapatoria del entrampamiento anárquico en el cual nos hundimos día a día requiere un plazo más largo y tareas donde los ingredientes de la sensatez, la vocación de abandonar agendas irreductibles y plasmar la urgente reforma política, así como la del sistema electoral, sean ejes fundamentales.

Lamentablemente, estas son las nobles quimeras que no se avizoran cercanas y que tampoco tienen líderes con predicamento, aunque sí promotores bien intencionados como Max Hernández desde el Acuerdo Nacional. Pasa que vivimos tiempos atípicos donde la pandemia de la covid-19 y su impacto en las economías globales hacen apetecibles las ofertas populistas y vomitivas las coherentes e institucionales.

Todos viven el día a día. Es un cuadro del cual se aprovecha Castillo, detectando el talón de Aquiles de la mayoría del Congreso, oficialistas y parte de la llamada “oposición”, esa que no quiere perder privilegios, exposición mediática y los ingresos con los que debe pagar en cuotas las modernas camionetas cuatro por cuatro que hoy llenan el perímetro de la plaza Bolívar.

Por eso la burla descarada del chotano jugando al relevo del gabinete ministerial para luego mantener al estrambótico Aníbal Torres Vásquez en la presidencia del Gabinete y llamar a la censurada Betssy Chávez a ocupar otra cartera. Castillo no es manco y ahora solo tiene el frente judicial como amenaza de sanción a sus evidentes triquiñuelas. Ahí están los operadores tipo Beder Camacho intentando conjurarla.

Hay opciones para sacarlo, sin duda. Pero no hay salidas de nuestra desgracia a corto plazo.

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