"Operación Patriota", un antes y un después

Por Jaime Reyes León

Hace algunos días el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, en pleno corazón del Vraem, reforzó en interesantes términos una proyección más a esta decidora frase militar: “Tenemos una segunda piel, es el uniforme que nos da la patria para su defensa…”

El general Manuel Gómez De La Torre, actual jefe del Comando Conjunto de las FFAA, defendió bajo esta precisión su fidelidad a normas constitucionales y el derecho irrestricto de la sociedad peruana a las libertades democráticas, sin imposiciones ni verticalismos manipulados por cúpulas político partidarias y sanguinarios delincuentes narcoterroristas enquistados por largos años en el Vraem.

En consecuencia, el líder castrense gestó junto a su estado mayor conjunto, una operación militar para capturar al líder de Sendero Luminoso y recuperar la zona del Vraem sometida por las huestes del narcoterrorismo.

El nombre de la operación militar en sí, rescataba los objetivos de la OPERACIÓN PATRIOTA, en ella entraron en acción jóvenes capitanes hasta oficiales superiores del grado de coronel, que ponían su profesionalismo y amor por la patria, teniendo el firme convencimiento que esa segunda piel los protegía mejor que cualquier otro blindaje externo…

Fueron días de permanente combate, por un terreno agreste y un tanto desconocido, hubo dos lamentables bajas, sin embargo, se lograron los objetivos señalados y, aunque con la fuga del cabecilla herido, fueron abatidos más de una quincena de terroristas, capturándose material de guerra, explosivos, y remunerativos testimonios informáticos y digitales encontrados en la guarida del cabecilla terrorista, de gran valor para las investigaciones policiales y judiciales que, sin duda, permitirán detectar los contactos que mantenían los narcoterroristas.

Las fuerzas armadas, organizaciones no deliberantes por mandato de la Constitución de la República, dieron un respuesta inequívoca y contundente dentro de sus funciones y responsabilidades, de acuerdo a las normas legales en vigencia. Vistieron sus atuendos de faena y emprendieron una operación que cumpliría varias finalidades, no solo eliminar los remanentes terroristas del Vraem, también cortar la fuente logística y presupuestal que proveían los narcoterroristas, según fuentes de inteligencia, a algunos malos políticos enquistados en el gobierno.

Lo que hizo el general Gómez De La Torre y sus 240 patriotas, es justamente eso, una acción de gran valor para esta patria nuestra, que ya necesitaba alguna señal que nos devolviera la certeza que no había desaparecido esa estirpe de peruanos guerreros de la talla del gran Pachacútec.

Que no solo en las canchas de fútbol se celebren victorias, que nuestra bicolor flamee también libre en todo el territorio nacional, en el Vraem, en Vizcatán, en Chota, en todos los túneles y escondites malditos, de los Josés, Raúles y todos los Quispes de la zona. Si la insania de un grupo de narcoterroristas la habían reemplazado con un simple trapo rojo, fueran modernos Pachacútec de uniforme camuflado, los que tuvieran el honor de izarla en lo que fue el campamento senderista.

Que los políticos comiencen a reconocer el irrestricto respeto de los militares peruanos a la Constitución de la República y que, si son no deliberantes, conservan la lucidez de cerebros pensantes, que disciernen perfectamente los actos en contra de las leyes y el bienestar de millones de peruanos.

El mensaje que nos deja la Operación Patriota tiene un antes y un después, un antes en que las Intituciones Armadas obtuvieron con sus logros lecciones aprendidas, señalando la ruta al corazón de Vizcatán.

Un después: con unas fuerzas armadas interactuantes y plenas de perspectivas para mantener siempre la iniciativa de acción, vistiendo una segunda piel que ahora conocemos, es la motivación más poderosa de los hombres y mujeres que la llevan impregnada con valores y principios, para orgullo de los peruanos de bien.

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