Operativo Martos
Resulta complejo el reto que hoy tiene el general Martos en el Congreso de la República. Los últimos días, el gobierno cuidó mucho su discurso para no ser confrontacional. Resulta probable que el gabinete que preside obtenga ese voto de confianza requerido. Pero debe recordar que su elección fue consecuencia de una “patada” simbólica en el rostro del presidente Vizcarra ante la actitud escapista que mostró el 28 de julio pasado.
A ello debe sumar que ya se inició la campaña electoral. Ello significa que las fuerzas políticas utilizarán como bonzo de campaña al gobierno y a todos sus personajes. Si el Presidente pensó -por un segundo- que su último año sería tranquilo y sin molestias, pues se equivocó de cabo a rabo.
La Hoja de Ruta propuesta por el ex premier Cateriano (una especie de programa gubernamental aterrizado para una derecha peruana muy venida a menos en el ámbito intelectual) tendrá que ser acotado a un Plan Mínimo, que se concentre en cuatro puntos básicos que fueron claramente delimitados por el Legislativo: Salud Pública, Reactivación Económica, Proceso Electoral y Seguridad Ciudadana. Salirse del libreto pone en riesgo la confianza.
Las ciencias sociales nos enseñan que “hacer política” significa “administrar intereses”, particulares o de grupos. Nos enseñan también que el “interés nacional” es una ficción social inventada por el grupo dominante, que persuade a los dominados respecto al camino a seguir. Utilizar frases vacías de contenido como “anteponer intereses particulares al interés nacional” resulta, por ello, un contrasentido. Ningún ciudadano con dos dedos de frente comprende hoy qué “interés nacional” es ese, en un país donde no existe discurso hegemónico dominante, salvo el “sálvese quien pueda” que se convierte en el padre nuestro de cada día.
Por ello al Congreso se va hoy a negociar. Son los congresistas quienes tienen la sartén por el mango. Quienes hoy mandan. Si se ponen de acuerdo, así sea para proponer disparatadas leyes que trituran el modelo económico de crecimiento que tuvo relativo éxito los últimos 30 años, sin proponer un modelo alternativo, igual no hay Poder Ejecutivo que pueda lidiar contra ello. Mucho menos si con un gobierno de salida como éste, que ni siquiera tiene el poder de cerrarlo democráticamente.
El perfil de Martos resulta el adecuado para el momento. Su noción estratégica de manejo del territorio, gracias a su formación militar, le da el conocimiento necesario para implementar intervenciones con olfato geopolítico. Su peor error sería, por cierto, interponerse entre los frentes que participarán en la contienda electoral. De costadito y mostrando su lado más operativo, será la única forma en que sobreviva.