Otra Navidad en crisis
Segunda Navidad inmersos en la misma pandemia que hasta hoy ha cobrado ya cinco millones y medio de vidas. No hay tregua. Nuevas variantes continúan desafiando a la ciencia; siguen las limitaciones para desplazamientos entre ciudades y países, al igual que los viajes internacionales; el transporte mundial de carga –sobre todo marítima- no ha conseguido normalizarse, en parte por las medidas de prevención que adoptan los países para evitar nuevos contagios. Evidentemente, los terrícolas han entendido que el mundo invencible en el que creían vivir es mucho más vulnerable que lo que podían imaginar. Un simple virus lo paraliza en cuestión de días o semanas. En este caso uno ideado en China, aparentemente fabricado en laboratorios militares dedicados a crear armas para la guerra bacteriológica. Esta fragilidad, conocida por el hombre hace dos años, demuestra la pequeñez del individuo ante el Universo, frente a la Naturaleza y, sobre todo, ante sí mismo, de ser el caso que este virus provenga de alguna probeta.
El planeta entero ha aprendido a vivir en condiciones precarias, enmascarado, privado de su libertad, aterrado por la amenaza mortal de una plaga devastadora, y arruinado económicamente. En la mayoría de casos –como es el nuestro- la población entera ha sido víctima de gobernantes inescrupulosos (ejemplo Vizcarra), que traficaron con la compra direccionada/demorada de vacunas, oxígeno, medicinas, pruebas, etc.; aparte de paralizar, sin planificación alguna, el desplazamiento social y, consecuentemente, las actividades productivas, generándose tal nivel de crisis que quebraron cientos de miles de micro empresas, y con ello se evaporó el trabajo para casi toda la ciudadanía.
Por segunda vez la Navidad encuentra al mundo confinado en sus casas en casi todos los países, hoy amedrentados por la variante ómicron. Aunque por fortuna, la mayoría de la población planetaria ya está vacunada, reduciéndose así el riesgo de gravedad límite –incluso muerte- que impuso esta peligrosa pandemia hasta mediados de año. En tal sentido, esos miles de millones de ciudadanos del mundo que hoy vivimos con la vacuna puesta, debemos agradecerle a aquellos científicos genios que consiguieron descubrir, en tan corto tiempo, un antídoto capaz de fortalecer nuestros organismos, al extremo de volvernos inmunes al Covid19. En condiciones normales el descubrimiento de una vacuna tarda entre cinco y diez años. De manera que ese esfuerzo es notorio.
Como ya señaláramos, esta pandemia le ha demostrado al mundo que no existe tal cosa como tener la salud asegurada. Si bien ello nunca fue parte de la realidad, ocurre que la población vivía convencida de que el avance de la medicina había alcanzado cotas que no permitirían retornar a tiempos de las plagas mortales. Aunque, también nos ha enseñado terminologías nuevas que antes eran de uso científico. Empezando por vulgarizar la diferencia que existe entre pandemia y epidemia: o a utilizar palabras extrañas que ya son el pan de cada día y forman parte de lo que llamamos infodemia: asintomático, aislamiento social, nueva normalidad, Zoom, comorbilidades, etc. Que la Navidad nos fortalezca como personas, y esto ayude a mejorar nuestro alicaído Perú.
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