Otro falso héroe militar

Siendo ministro de Defensa, casi inmediatamente concluida la gloriosa gesta de nuestras FFAA —en la derrota al terrorismo y pacificación del país—, el supuesto héroe del Cenepa, general (r) Roberto Chiabra, firmaba un contrato con la ONG Instituto de Defensa Legal, IDL, a la que le asignó la categoría de “Institución comprometida con la defensa y promoción de los derechos humanos, los valores democráticos y el Estado de derecho en el Perú”. Con esta acción, Chiabra le impuso la soga del ahorcado a nuestros militares y a nuestros policías, condenándolos de por vida al martirio que muchos de ellos aún siguen padeciendo, tras un cuarto de siglo de haber arriesgado sus vidas y dado lo mejor de sus entrañas a favor de la sociedad peruana. ¡Y encima, hoy este personaje pretende ser presidente de la República! Como si los peruanos fuéramos unos pobres diablos que no recordamos nuestra historia ni rendimos homenaje a aquellos verdaderos héroes, dignos herederos de Bolognesi. Asimismo, como si fuéramos capaces de respaldar a quien, de manera indigna, condenó miserablemente a nuestros institutos tutelares, obligándolos a soportar el martirio que implicó ponerlos a disposición de la mafia caviar, redomada enemiga tanto de las FFAA como de nuestra democracia; y sabedor, además, de que el jerifalte del IDL siempre estuvo premunido de una hipocresía digna de todo traidor. Pero, justamente, ahí radica la ignominia de Chiabra: o es un gran felón, o su medianía es tan esperpéntica que ni siquiera comprende que no debería estar alucinando en presentarse como postulante para ejercer la jefatura de nuestro Estado.
Revisando el contrato de marras firmado por Chiabra, la cláusula primera indica que el IDL “ha creado el Área de Defensa y Reforma Militar, con el fin de coadyuvar al proceso de reforma militar en curso. Esta nueva área tiene la finalidad de brindar orientaciones políticas sólidas sobre el proceso de democratización y modernización de la Fuerza Armada en el Perú, y difundir estas ideas a los funcionarios públicos y los sectores de la sociedad civil que buscan un control democrático de la misma.” Pero hombre, Chiabra, el autoproclamado héroe y además general de División del Ejército Peruano, lo que hizo entonces fue suscribir un convenio no para otra cosa que para darle carta blanca a Gustavo Gorriti Ellenbogen, a efectos de que, a su leal saber y entender, reforme nuestras FFAA. ¿Qué mayor traición que esta, amable lector, pudiera usted haber imaginado de Chiabra —el entonces conductor de nuestra Fuerza Armada—, que, apenas concluida la heroica —aunque traumática— epopeya de nuestros militares y policías venciendo a los sanguinarios terroristas de Sendero Luminoso y MRTA, él mismo entregó nuestros soldados, aviadores y marinos a Gorriti —mandamás de la mafia caviar y apoderado del manipulador magnate George Soros, archienemigo de los militares— para que se cebase con ellos, como aún continúa haciéndolo hasta estos días, a vista y paciencia del país entero?
Basta de falsos héroes. En el Perú contemporáneo solo cuentan los héroes anónimos. Y dentro de ellos, principalmente nuestros valerosos militares y policías.

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