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¿Otro golpe de Estado?

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Fecha Publicación: 06/10/2020 - 22:00
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Este gobierno es un pozo de desconfianza y malhumor para la nación. Desayunamos, almorzamos y cenamos cada día intoxicándonos con las engañifas y los lloriqueos de ese fantasma apellidado Vizcarra, difundidas por una prensa parametrada que le sigue en condición de cómplice. Un envenenamiento lento pero seguro que no debe soportar la ciudadanía. El Perú no merece ser gobernado por un individuo que se victimiza por sus propios actos delictivos. aderezados con nuevas violaciones a la ley como obstruir a la Justicia coordinando con sus cómplices para alterar las pruebas de sus crímenes. La conducta del aún presidente Vizcarra es intolerable desde todo punto de vista. Más aún. La imagen que proyecta es la del aventurero desesperado, consciente de estar metido en un problema de dimensiones siderales. Consciente de no tener otra salida que la de ser imputado, procesado y condenado por hechos graves. Actos que casi lo llevan a ser destituido del cargo si no fuera por la presión de la prensa parametrada que, cual sanguijuela se alimenta del Estado a través de Vizcarra, se abocó a espantar a la opinión pública con la excusa que remover a Vizcarra de la presidencia equivalía al fin del mundo. Aunque Vizcarra arrastra acusaciones judiciales mucho más graves. Por ejemplo, su participación en la adenda del affaire Chinchero. Aparte de numerosos reparos a su paso por la gobernación moqueguana. En consecuencia, conforme se acerque el 28 de julio de 2021 aumentará el pavor de Vizcarra. Y aquello multiplicará las alucinaciones que cada día lo obligan a exhibirse como un ser turbado, incapacitado para ejercer como jefe de Estado desde cualquier punto de vista.

El problema estriba en que, como sucede con la prensa parametrada -que conforma el poder fáctico que se ha apropiado del Estado- existen otros integrantes de ese señorío espurio interesados en defender sus fueros, antes que auxiliar al Perú. Ejemplo la alta dirección del Ministerio Público; parte de las Fuerzas Armadas y la Policía; y, sin duda, ese vasto segmento de la elite académica, empresarial y social que opta por lo malo conocido, sin percatarse que con ello estará cavando su propia tumba. Evidentemente parte de ese conglomerado de intereses disimiles prefiere que Vizcarra continúe como marioneta suya, antes de permitir que el Congreso –al que llaman poco menos que bastardo- asuma las responsabilidades que decreta la Constitución. En consecuencia, amable lector, ajústese el cinturón. Porque con Vizcarra en la presidencia apuntamos al colapso más rápido que apresuradamente.

Apostilla. En un país como el Perú actual, gobernado por un poder fáctico que maneja a la ciudadanía a través de esa prensa parametrada que desinforma re-direccionando la atención nacional hacia adonde más convenga al amasijo de intereses subalternos que representa -que son absolutamente ajenos al interés nacional- cualquier disparate podría ocurrir. Con mayor razón, estando a seis meses de las elecciones. Porque, sin lugar a dudas, Vizcarra es capaz de frustrarlas. Por ejemplo, aprovechando el dilema del Covid para alargar su actual agonía, a cambio de algún desenlace desesperado. ¡Como otro golpe de Estado!