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A otro perro con ese hueso

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Fecha Publicación: 28/04/2024 - 23:00
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La corrupción del Estado peruano es verdaderamente de náusea. Hace muy poco, a algún orate se le ocurrió rediseñar la Carretera Central partiendo de la Autopista al Sur, altura de Pachacamac, para ingresar a través de ese pueblo; a continuación, atravesar Cieneguilla, luego llegar a Sierra Morena para, finalmente, empalmar con la actual Vía Central, altura de Chaclacayo. Es decir, primero habría que salir de Lima recorriendo no menos de diez o veinte kilómetros, dependiendo desde qué distrito se parte; luego cruzar Pachacamac, Cieneguilla y aquellos otros terrenos agrícolas que median hasta empalmar con la Carretera Central cruzando terrenos inhóspitos, que se sembrarán de concreto para darle gusto a quienes han ideado tamaña incoherencia. ¡Todo aquello a un costo fenomenal! Calcule, nomás, amable lector, el costo que significa expropiar aquellos millones de metros cuadrados de terrenos agrícolas y residenciales para construir encima una doble o triple vía de alta velocidad, más espacios laterales para contener el área urbana suplantando a los que hoy son tanto terrenos fértiles, como rurales, que median entre Pachacamac y el empalme con la Carrera Central; independientemente del tramo final, superando Sierra Morena. Acá hay un tremendo gato encerrado, amable lector. Improbable que, a alguien en su sano juicio, se le ocurra semejante barbaridad. Pero allí no termina este delirio. Resulta que el costo presupuestado de aquella llamada Nueva Carretera Central sería Treinta y Dos Mil millones de soles, por cierto, agregándole tanto devaluación como inflación y, por supuesto, coimas. ¿Para qué una nueva carretera? ¿Por qué no reparar la actual Autopista Central? ¡Porque hay mucho mayor oportunidad de robo! ¡Punto! ¡Basta de sueños de opio! ¡Sobre todo, ya basta de hipocresías, señores!
No obstante, los asaltos al Estado vía construcción de obras monumentales ocurren cuando menos en pareja; sino en múltiplos de esta. En efecto, ayer conocimos que tanto China como, nuevamente, Brasil, intentan que gastemos decenas de millones de dólares construyendo una línea férrea entre Chancay y Pucallpa. Evidentemente la idea no solo es desquiciada; sino inconveniente. Porque quien propone semejante monstruosidad tiene interés en que el Estado peruano haga nuevamente las veces de tonto. Descartando esto último, lo urgente y necesario es que nuestro país se integre longitudinalmente -vía cabotaje marítimo y/o por tren desde Tumbes a Tacna- en lugar de iniciativas incoherentes y no prioritarias.

Sencillamente, sucede que los chinos quieren usar el megapuerto de Chancay para sacarle provecho a su intercambio comercial con Brasil. Dependiendo de la magnitud del proyecto, el costo varía entre US$ 7,500 y US$ 15,000 millones. ¡Entonces que China y Brasil pongan su plata! Aparentemente en Brasil existe mucho interés por optimizar el uso del puerto de Chancay. ¡Entonces que pongan el dinero! El proyecto de marras tiene 22 adendas y abrumadores sobrecostos, fuera de una muy dudosa viabilidad. Perú invertirá alrededor de diez mil millones de dólares en la Interoceánica SUR para “multiplicar” su intercambio comercial con Brasil. Resultado: ahora por la Interoceánica viajan diariamente unos ciento veinte vehículos, la mayor parte peruanos.
¡A otro perro con ese hueso, señores!

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