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Pandemónium institucional

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Fecha Publicación: 23/04/2024 - 22:00
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Décadas atrás todavía parecía posible sostener la llamada Teoría de las Cuerdas Separadas para explicar cómo las crisis políticas no necesariamente afectaban el proceso económico y la confianza y seguridad jurídicas de un país. Entonces, el caso más socorrido era el de la República Italiana con su recurrente confrontación partidaria y la constante caída parlamentaria de sus gobiernos sin que su economía fuese seriamente afectada. Hoy, esa suerte de inmunidad relativa o caminos paralelos sin que las rectas se toquen es una utopía por decir lo menos. Uno de los peores ejemplos de ello es el Perú en el que no sólo se sufre el cotidiano lastre de la gestión política y pública sobre la economía, sino, para colmo, la inexorable “desinstitucionalidad” de los Poderes y órganos constitucionales que conforman la estructura del Estado. Aquí, el aún milagro del mediocre crecimiento macroeconómico peruano se da gracias a la inmensa riqueza de sus recursos naturales y al esfuerzo de sus agentes productivos muy a pesar de un Estado cada vez menos institucionalizado y cuyas autoridades Ejecutiva y Legislativa son repudiados mayoritariamente por la ciudadanía resignada, hasta ahora, a la pasividad por sobrevivir en el mal menor a falta de una mejor alternativa democrática. Total, para qué arriesgar el cambio si con todo este bolondrón el año 2026 no está tan lejos (¿???).

Para muestra un botón: Cómo será el desmadre institucional que lo que hace el Congreso –bien o mal– de acuerdo a sus competencias, es corregido por el Poder Judicial y una polémica Entidad que selecciona y sanciona a jueces y fiscales consigue enmendarle la plana al Parlamento y una y dos veces mientras el Tribunal Constitucional (TC), el llamado a poner orden en este berenjenal sigue mirando el descalabro y tomándose el tiempo como si viera llover. Si nuestro abuelo viviese no llamaría a esta Nación bendita país de opereta , sino un burdel y, para remate, desorganizado.

Ya estuvo bueno de tanto caos o de que normalicemos pachuchamente esta triste coyuntura. Si resulta pedir peras al olmo que el Gobierno y Parlamento de turno se esfuercen por cambiar las cosas, al menos que el TC apure el paso y ayude a poner algún pare a esta corrosiva anarquía institucional. ¡AMÉN!.

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