ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Para variar, ¿un asceta en Palacio?

Imagen
Fecha Publicación: 15/03/2021 - 19:20
Escucha esta nota

Ya sin Jesús, el incipiente cristianismo asiste a su primera polémica: Pedro sostiene que el mensaje del Maestro está dirigido solo al pueblo hebreo, Pablo en cambio sostiene que el pensamiento del nazareno está destinado a la humanidad; por eso es el apóstol quien lleva el mensaje a las ciudades griegas, las que en reciprocidad impregnan a la nueva religión fundamentos de la escuela ascética, cultivada por Heráclito y Diógenes. Es así que el cristianismo entiende que la existencia física es solo un tránsito hacia una vida mejor, dependiendo del nivel de pureza espiritual que hayamos alcanzado. No nacemos para ser felices, sino para merecer la salvación eterna, por lo que el dolor y la fatalidad son instrumentos que nos permiten trascender a nuestra condición material; así, tiene sentido la idea de superarnos hasta llegar a “amar nuestra Cruz”, porque ella nos permitirá salvarnos.

Para un miembro del Opus Dei, así como para muchos otros católicos y cristianos, un furtivo pensamiento libidinoso o la ira provocada por el error de un subalterno, son pecados gravísimos que lo enemistan con Dios. Como un atleta que prepara los músculos para la alta competencia, un cristiano practicante debe dominar el cuerpo para luego controlar la mente, por lo que comenzará el día con una ducha fría y ofrecerá su trabajo al Señor; como todas las personas están llamadas a la santidad, la forma de llegar a ser santo es tratando de hacer su labor cotidiana a la perfección. Pero el ser humano es débil y no tardará en caer en pecado; para vencer en esa lucha diaria debe renunciar metódicamente a lo que más le gusta y someterse a ejercicios rigurosos. El concepto de fortalecer la mente y dominar el cuerpo es común entre los militares, siempre dispuestos a los más duros ejercicios y al riesgo mortal, pues aman a la Patria hasta ser capaces de entregar la vida por ella.

Pueden haber varios motivos para no votar por López Aliaga, pero su condición de católico asceta no es uno de ellos, pues tendrá la oposición de un Congreso pluripartidista, de un PJ izquierdista y de una prensa liberal. Después de décadas de presidentes envilecidos por la codicia, los vicios, el odio y la mentira; capaces de conspirar para entregar el dinero del país a empresas constructoras a cambio de millonarios sobornos, ¿no nos apetece tener a un presidente tan devoto que podría flagelarse, si siente, tan solo por un instante, el deseo de aceptar una coima?