Parlamentarios: Voten con pundonor
Es repudiable el putsch comunista dirigido a desinformar al país, para manipular la sesión de hoy en el poder Legislativo dedicada, exclusivamente, a resolver la moción de vacancia al primario inquilino de palacio de gobierno.
Nos referimos al ataque político, más bien a un enfrentamiento puñalero de lucha de clases, impulsado por Aníbal Torres, el primer ministro, para incendiar el ambiente con frases características del estalinismo y con rancio acento gramsciano. Su intención no es otra que amedrentar a la oposición, para que se acobarde y desista de ejercer la función constitucional que corresponde al Parlamento Nacional.
Es decir, no sólo fiscalizar sino, en caso necesario, vacar al presidente de la República si como en el ejemplo Castillo, éste quebrase el límite que confiere la majestad del cargo de primer mandatario de la nación. Tal como ha ocurrido de acuerdo a incontables hechos, cada cual más concreto que el anterior.
Es más, lo que quisiera el oficialismo es que el presidente Castillo siga haciendo lo que le venga en gana porque, como no será posible denunciar, investigar ni procesar judicialmente al jefe de Estado, a decir de los voceros palaciegos estos alegan que “no hay prueba de delito”. ¡Como si la vacancia presidencial estuviese ligada a la comisión de delitos! ¡Esto no es así, señor primer ministro Torres! La Carta dispone, entre otras causales de vacancia, que el mandatario sea vacado por INCAPACIDAD MORAL PARA GOBERNAR.
Los constituyentes establecieron muy precisamente esta condición ÉTICA como factor determinante para desaforar al presidente. De modo que, a otro perro con ese hueso, señores del oficialismo. Y respecto a lo que decida hoy el poder Legislativo, el fallo de los parlamentarios servirá de marco inapelable respecto a que si Pedro Castillo tiene, o no, suficiente conducta MORAL o ÉTICA para seguir dirigiendo el destino del Perú.
Porque cualquier principio académico, amable lector, confirma que todos los indicios existentes sobre hechos de corrupción en los que figura involucrado el aún presidente, son pruebas más que suficientes para demostrar, sin espacio a titubeos, la INCAPACIDAD MORAL de la cual adolece Pedro Castillo para continuar ejerciendo la presidencia de la Nación.
Acá ni siquiera está en debate el hecho que el presidente Castillo reúna o no aquellos requisitos en materia intelectual, educativa o cognitiva, exigidos irremediablemente en el planeta entero para ocupar la primera magistratura de un país. Y esa capacidad está palpablemente demostrada que Castillo no la tiene. Pero vale y pase.
Castillo mintió a sus votantes y ellos cándidamente eligieron a un primario para que los presida. Sin embargo el aspecto moral es otro, absolutamente vinculado al criterio de honestidad que forzosamente debe reunir todo jefe del Estado. Y esto, amable lector, no lo determinará el poder Judicial. Esta función es exclusivamente política, y corresponde que la ejerza el Legislativo.
Por más intimidación que pretende ejercer la CIDH sobre nuestro Parlamento, inmiscuyéndose en la sesión congresal de hoy, los parlamentarios peruanos deben adoptar su decisión a mérito de lo que interesa exclusivamente a los 32 millones de peruanos.
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