¡Pase primero por caja!
Espeluznante lo que trasciende a la información pública cada día, sea por la burda y desvergonzada inconducta de los funcionarios llegados al poder hace casi 5 meses, como por la acuciosa observación de los equipos de investigación de algunos medios de prensa televisiva, que no descarto podrían contar con la patriótica denuncia y apoyo de personas que laboran en la administración pública y presencian con asombro y rechazo estos actos de corrupción a pequeña, mediana o gran escala y, generalizadamente, al más alto nivel, como pocas veces se ha visto en el país.
Todo lo que se va conociendo apunta a que la mayor responsabilidad sobre lo que acontece recae en el individuo que ejerce como presidente de la República, reitero, sin que sea claro cómo llegó al cargo pero, definitivamente, evidente, sin tener la mínima capacidad moral y técnica para hacerlo.
No solo se trata de que el ya probado lamentable personaje convertido en primer mandatario, sea quien escoge y designa a quienes ocupan los más altos cargos en el Poder Ejecutivo, comenzando por quien preside el gabinete ministerial y los ministros que lo integran, sino que también interviene en la designación de los más altos funcionarios de los organismos públicos descentralizados y demás instituciones en las que el Estado tiene participación, salvo las del ámbito del Poder Legislativo, el Poder Judicial y otros entes constitucionalmente autónomos. Ello, además que tolera su permanencia pese a los destapes que ocurren casi diariamente.
Las investigaciones hechas públicas por algunos medios de prensa (otros callan por complicidad basada en prebendas ya logradas o esperadas) identifican que en la mayoría, si no todos, de los casos de corrupción, con indicios e incluso pruebas suficientes, los hechos llevan hacia quien ocupa el sillón presidencial de la República, quien, poniendo el parche sobre especulaciones de la existencia de audios y videos comprometedores, llegó a confesar públicamente hace unas semanas que él mismo venía colectando dinero, “haciendo una chanchita”, dizque para los niños pobres.
Está más que acreditado el protagonismo directo del inquilino precario de Palacio de Gobierno en el proceso de gestación de contratos de adquisición de obras, bienes y servicios por parte del Estado, por centenares de millones de dólares, al punto que para obtenerlos basta reunirse con él, sea en la Casa de Pizarro como en el anexo clandestino de Breña. Es la lógica –inmoral y corrupta– del “pase primero por Caja”, siendo el despacho presidencial de la República, el lugar donde esa Caja funciona.
¡Intolerable!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.