Pasó el Carnaval
Para variar, las fotos de hoy no brotaron de mi desorden ni las busqué para refrescar un recuerdo. Simplemente vinieron con un wasap trayendo el saludo de Juana Irene Tang Gasla, querida amiga a quien conocí hace unos años durante mi breve paso por Atalaya, capital del distrito Raimondi y la provincia Atalaya, la más grande de las cuatro del departamento de Ucayali.
En esta pequeña gran ciudad del oriente peruano que llaman Esmeralda del Ucayali, ella tiene su programa radial Despierta Atalaya en el que diariamente levanta la voz con filo y corta cuando hay que denunciar y corregir entuertos, también la alza cuando tiene que defender o aplaudir si hay méritos.
Por la pantallita de mi celular se deslizaron una a una las fotos que trajo el wasap y me contaban del carnaval y su corso que habían puesto alegría y expectativa en Atalaya. Me mostraban en las anchas calles encementadas, que estando donde están, no tenían un solo árbol que diera sombra y frescor al público que desde las veredas vio pasar a la Reina de la Belleza, los carros alegóricos en los que sus creadores no buscaron fantasías de ultramar y con papel crepé, humor, recursos naturales y a la mano retrataban su entorno, su mundo. Las comparsas, a las que se han sumado las de la población migrante venida de la sierra, desfilaron con música y bailes que tienen el ritmo de su herencia. Los disfraces hablaban de los seres que pueblan su selva y son tema de su conversación y creencias cotidianas. Un corso con alma y espíritu propios.
En esos pocos días que estuve en Atalaya gané buenos amigos, disfruté de sabrosa comida y mis acostumbradas caminatas al abrir la mañana. En una de ellas guardé la foto con que acompaño a las de Juanita. El color de la flor de la poma rosa alfombraba el borde del parque y me anticipaba el perfil de la carpa del circo tan transeúnte como yo. También fotografié con curiosidad los símbolos que identificaron partidos y candidatos participantes en una anterior contienda electoral. Con el mismo espíritu de los carros del corso y los disfraces, frutos, flores y aves regionales fueron los escogidos. En una posible futura Crónica de Atalaya podremos tenerlos a la vista junto a detalles que hicieron grata mi visita.
Cuando vayan y no tengan carnaval ni corso Atalaya tiene para ustedes un tesoro de paisajes y atractivos naturales en los que podrán gozar. Pueden dar un paseo por el Malecón Turístico viendo el correr del caudaloso Ucayali, sorprenderse en la cueva de Tambo Ushco, tomar un baño en las cristalinas aguas de la piscina natural de Betania o soltar al poeta viendo la caída cantarina de la catarata de Ishipashiri.
Bellezas que estoy seguro también hubieran encantado a San Antonio de Padua, patrón de Atalaya donde Juanita tiene raíz y ha creado frondosa copa.
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