Patético zafarrancho de combate
Pese a la prueba como delincuente plagiario que, oficialmente, ya ostenta el todavía presidente Pedro Castillo, ayer sostuvimos que, si el Congreso se resiste a vacarle del cargo por no alcanzar los indispensables 89 votos reglamentaros, nuestro país definitivamente caerá en las redes del castro/chavismo. Ello no obstante que al cúmulo de pruebas habidas contra este individuo (cada cual perfectamente encuadrada dentro del concepto de incapacidad moral para gobernar que dispone la Constitución), deben sumarse otras que, de manera directa o indirecta, agravan esta incapacidad moral, debido a gravísimas circunstancias delictivas. ¡Como beneficiarse de un acto criminal por el presunto fraude electoral que le permitió “ganar” en primera vuelta los comicios de abril 2021! Al respecto, el Ministerio Público ya estaría evaluando incluir, como colaboradores eficaces, a dos o más sospechosos por dichos actos.
Personas que no están dispuestas a purgar décadas de carcelería, por guardarle las espaldas a criminales a punto de ser vacados, como Pedro Castillo; y/o a ser defenestrados de sus curules, de sus alcaldías o cargos públicos, etc. por defender a delincuentes, como aquellos cabecillas de Perú Libre; o los traidores de entidades como el JNE y, probablemente, de esa malhadada Junta Nacional de Justicia. Porque cuando el barco se hunde, amable lector, las ratas son las primeras en abandonar la nave. Y esto es lo que precisamente está sucediendo, al tiempo en que usted lee este comentario.
Advertimos tiempos muy difíciles; momentos sumamente espinosos por los que sólo han pasado peruanos que vivieron épocas de violentas confrontaciones en las últimas décadas del siglo XIX; en las primeras del siglo pasado; y durante el cuarto siglo de terrorismo desatado por sendero, aquel socio político del régimen letal que lidera Castillo Terrones, sometido al Rasputín Vladimir Cerrón. No puede ni debe haber tregua ni concesión alguna frente a los bolcheviques que maneja Cerrón. Hablamos de gente en extremo fanática, plagada de complejos patrioteros, de desvaríos mentales, incluso de alucinaciones extremistas, decididas a cometer cualquier exceso con tal de alcanzar sus objetivos sectarios.
Lamentablemente, este Leviatán ultraizquierdista, que sigue arrasando con nuestra Constitución y nuestras leyes, avanza porque el Estado de derecho ha sido dinamitado durante los primeros diez meses de gestión marxista del plagiario Castillo. El Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación, el JNE, la ONPE, los colegios de abogados, ministerios y, en general, toda la parafernalia estatal está mayoritariamente integrada por extremistas, mediocres, inútiles, cobardes. Inclusive en el Congreso, salvo contadas excepciones, pululan legisladores dizque de “la oposición”, pero que actúan como oficialistas. Sumemosle una prensa parametrada y un periodismo venal e indigno, vendidos al poderoso que mejores prebendas ofrezca. Por último, una población mediocre, analfabeta, habituada al facilismo, estimulada en buena medida por la droga, gracias a lo cual solamente le interesa la frivolidad. Gente embelesada ante el menor impulso de diversión, con la cual es imposible contar para establecer un bloque ciudadano capaz de plantar cara al régimen y a sus huestes comunistas.
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