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¿Pausa prisa?

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Fecha Publicación: 06/07/2019 - 22:10
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Debido a las fiestas patrias, el mes de julio suele partirse entre días de intensa agitación y de modorra generalizada. Hace dos décadas y más, llegaba a ser de suspenso porque un discurso presidencial pletórico de paquetazos económicos o medidas sísmicas (como la estatización de la banca) relativizaban los afanes vacacionales de la gran mayoría de peruanos. El caos político y social también encendía la hoguera como ocurrió con el paro del 19 de julio de 1977 o la controvertida tercera juramentación presidencial de Alberto Fujimori el 28 de julio del 2000.

Sin embargo, la línea común de los últimos años ha sido esa fractura entre algaradas y reposo. El 2019 adelanta la segunda parte debido al modo-fútbol (hoy disputamos una final de la copa América luego de 44 años) y el modo-Juegos Panamericanos (importante evento del cual somos anfitriones). Encontramos cómo escapar colectivamente de las angustias y enconos para volcar nuestra atención a las competencias deportivas. Las que nos unen, asombran y dibujan metas de éxito.

El gobierno y la oposición deberían entender que este peculiar ambiente les facilita un espacio reflexivo destinado a la enmienda y el hallazgo de confluencias. El presidente Martín Vizcarra, por ejemplo, ya no puede ocultar su fracaso en el manejo económico del país detrás de la cortina de una reforma política que le permite deificarse pechando al Congreso. Reforma automatizada en los jaloneos del debate parlamentario pero que ya avanzó más allá de lo esperado.

Vizcarra necesita romper la comprensible desconfianza de inversionistas y consumidores que su actitud indecisa genera. Tía María lo llama a gritos. El empoderamiento del orden también (lo claman aquellos funcionarios de Petroperú que lidian con la destrucción sistemática del oleoducto). Y por supuesto, el freno a la inseguridad ciudadana que ha escalado a niveles inverosímiles.

Y la oposición, empezando por el fujimorismo, debe tomar conciencia de su rigor mortis político. No solo por presión de la reforma. Que también le echen ojo a la pérdida de sus respectivas identidades, las cuales han laxado en terrenos que oscilan entre programas conservadores, populistas y a veces radicales. Un arroz con mango confiado a liderazgos múltiples.

En dos elecciones perdidas, los fujimoristas no se dieron cuenta que sus verdaderos enemigos estaban detrás de expresiones accidentales como Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski o Vizcarra. Hoy resienten esa falta de perspectiva con sus dos líderes abrumados por la justicia teledirigida.

No es hora entonces de una pausa festiva. El mejor homenaje a la patria en este mes de Julio es la prisa activa para que – venciendo el funesto augurio de Simón Bolívar – la anarquía no termine devorándonos.