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Pedro Alguien

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Fecha Publicación: 21/08/2021 - 21:00
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“Pedro venía con la mañana a cuesta / pensando en la Juana para la siesta”. El afamado cantautor ítalo-argentino Piero visualizaba, a través de estas líneas, a un campesino “de campo ajeno”, quien “tenía en las manos trigo de lunes”, el cual proclamaba que “mi patria es el surco” y venía “del arado, de la miseria”.

Fue a inicios de la década de los 70 del siglo pasado y la canción –inevitable factura de trova social– lleva el título “Pedro Nadie”. Le dio a su compositor (junto a José Tcherkaski) los primeros reconocimientos internacionales de su dilatada carrera musical. La entonó, emocionada y conmovida, la juventud latinoamericana de esos días, ansiosa de cambios y revoluciones. La que pedía “que la tortilla se vuelva / que los pobres coman pan / y los ricos mierda, mierda”.

50 años después, un “Pedro Nadie” convertido en “Pedro Alguien” (nada menos que en presidente de la República) reaviva las esperanzas de grandes transformaciones. Es nuestro jefe de estado Castillo Terrones, hombre rural y del magisterio primario. También viene del arado y la miseria, pero no en campo ajeno sino en chacras de su propiedad.

Y a diferencia de “Pedro Nadie”, Pedro Alguien vio caer el muro de Berlín y, con el mismo, las perversiones de las dictaduras comunistas que sojuzgaron y empobrecieron a la tercera parte de la humanidad.

Castillo se debate así, al empezar su gobierno, en la franja de ambos Pedro. Tiene el lenguaje lastimero, resentido y flagelante de Nadie. Sin embargo, aunque todavía muy poco, asume la agenda de Alguien que le reclama sensatez y pragmatismo, sin abandonar para nada el objetivo de ver menos pobres en un país rico. Apenas son dos las orientaciones que parecen justificar esto último.

Primero, los esfuerzos del otrora incendiario Pedro Francke para sostener el ritmo de las agujas del reloj económico en la secuencia de la disciplina fiscal y monetaria. Haber establecido un límite al déficit fiscal público no financiero a 3.7 % del PBI y a la deuda pública no mayor al 38 %, por ejemplo, es una señal realista. Así como lo es preservar a Julio Velarde en el BCR, gesto que debe ir acompañado del nombramiento de directores ecuánimes.

Y la segunda es relevar al chavista Héctor Béjar por el embajador de carrera Óscar Maurtua en la cartera de Relaciones Exteriores, quien ha tenido claras expresiones de condena al sátrapa Nicolás Maduro. Se espera que Maúrtua defienda los intereses permanentes del Perú en la escena internacional y no se deje imponer expedientes disparatados.

¿Se mantendrá Pedro Alguien en este camino o volverá a ser Pedro Nadie? No lo sabemos. Otras señales oficialistas desalientan con creces. Las alertas no tienen por qué ceder.