Peligros del Terrorismo Nuclear
Corea del Norte, bajo Kim Jong Un, combina imprevisibilidad, ambición nuclear y un régimen opresivo. En un país donde su población vive en condiciones de pobreza extrema, escasez y sin servicios básicos, el régimen prioriza la maquinaria militar y la capacidad nuclear. Sus constantes desafíos contra Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, insensible al sufrimiento de su población, lo convierten en una verdadera amenaza para la seguridad global.
El régimen utiliza el miedo como herramienta de control. La población vive bajo una dictadura absoluta que castiga la disidencia con encarcelamiento, tortura y ejecuciones, mientras el desarrollo militar consume recursos que podrían aliviar la crisis humanitaria.
Iniciaron su programa nuclear con apoyo de la Unión Soviética entre 1950 y 1960, bajo la apariencia de desarrollo energético civil, recibiendo tecnología para un reactor nuclear en Yongbyon. En los años 80, sin apoyo soviético, Pyongyang incursionó en espionaje industrial con colaboraciones clandestinas con Pakistán, intercambiando tecnología de misiles por conocimientos sobre enriquecimiento de uranio y plutonio gracias al científico Abdul Qadeer Khan. En 2006, realizaron sus primeras pruebas, ingresando al club de potencias nucleares con una bomba termonuclear en 2017, un evidente salto tecnológico.
Kim ha demostrado ser errático y calculador, alternando gestos diplomáticos y provocaciones agresivas, lo que dificulta predecir sus movimientos. Su disposición a romper acuerdos quedó clara tras la cumbre de Hanói en 2019, exigiendo el levantamiento total de sanciones sin comprometerse al desarme. Esta postura y las amenazas abiertas aumentan el riesgo de errores, pudiendo desencadenar un conflicto catastrófico.
En 2006 realizaron las primeras pruebas nucleares subterráneas, miniaturizando ojivas entre 2009 y 2013. Una presunta bomba de hidrógeno en 2016 y la bomba termonuclear de 250 kilotones, junto con el misil balístico de largo alcance Hwasong-15 en 2017, le costaron el aislamiento internacional y el bloqueo por parte de los miembros de la ONU. En 2023 dispararon un misil balístico de corto alcance y, en 2024, un Hwasong-18 para demostrar la posesión de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), violando las restricciones internacionales con programas ilegales de armas de destrucción masiva, mientras ignoran al pueblo.
La relación de Corea del Norte con Rusia, China e Irán desafía el orden global, multiplicando riesgos nucleares. Pyongyang ha enviado tropas para apoyar a Rusia en la guerra en Ucrania, lo que podría traducirse en transferencias de tecnología militar avanzada a cambio de asistencia. China ha ofrecido apoyo económico y político para evitar el colapso del régimen.
Comparte con Irán el desafío a las normas internacionales, sin reparos en interactuar con grupos terroristas, incrementando la probabilidad de que la tecnología nuclear caiga en manos de actores no estatales. La combinación de tiranías impredecibles, como las de Kim y el régimen iraní, es terreno fértil para el terrorismo nuclear, uno de los mayores riesgos para la seguridad global.
El desarrollo del arsenal nuclear, combinado con alianzas peligrosas, pone en jaque los esfuerzos internacionales de no proliferación, generando inestabilidad global y erosionando normas internacionales que alientan a otros estados a violar tratados fundamentales como el TNP.
Corea del Norte es un recordatorio del riesgo de la tecnología nuclear en manos de regímenes autoritarios que amenazan al planeta. La combinación de liderazgo impredecible, desprecio por su población e imprudentes alianzas estratégicas, violando normas internacionales, hace de Pyongyang un verdadero peligro. La comunidad internacional debe actuar con firmeza y coordinación para contener esta amenaza, evitando que el eje Corea del Norte, Rusia, China e Irán provoque un descalabro irreversible en la seguridad global.
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