¡Pensá!
El fútbol y los distintos actores que se movilizan a su alrededor han proporcionado al habla popular expresiones únicas e inolvidables cuyo uso trascendió los límites del deporte rey. Cómo no recordar al buen Alfonso “Pocho” Rospigliosi, por ejemplo, con “eso es lo que le gusta a la gente” o “ya vienen los goles de Cubillas”, tan asociado a la urgencia de entretenimiento que poseíamos los peruanos ante la enorme crisis política y económica de la segunda mitad de la década de los 70.
O “el rincón de las ánimas” de Humberto Martínez Morosini donde se anidaban las pelotas de manera irreversible luego de un glorioso gol. O el “no nos ganan” de Augusto Ferrando en la emotiva narración del partido contra Argentina donde clasificamos al mundial de México 70. Hay tantas y tantas, en nuestro país y otros, que bien puede editarse un libro sobre el particular.
La última que conocemos y repetimos para varias circunstancias es el “pensá” de Ricardo Gareca. La palabra acompañada del gesto de llevarse el dedo índice hacia la altura de la sien. Se hizo tan popular que hace un año la Federación Nacional de Fútbol preparó un guion para el mismo Gareca, a fin de que la use persuadiéndonos de cumplir estrictamente los protocolos contra el covid-19.
Esta invitación a pensar tiene un inevitable sendero hacia el proceso electoral en curso y las definiciones que tomaremos el próximo 6 de junio. Como sostuve en mi artículo del domingo pasado, era un gran reto para Keiko Fujimori introducir elementos racionales a la campaña, en vista de que su rival, Pedro Castillo, anclaba toda su fuerza en la emocionalidad donde impera con un voto duro realmente envidiable, pese a la enorme cantidad de disparates que proclama sin rubor alguno.
El resultado del debate entre los equipos técnicos de Perú Libre y Fuerza Popular ese mismo domingo, convalidó mi tesis. El tercer simulacro de votación de Datum Internacional reporta la caída de Castillo y la notable subida de Keiko por efecto de dicho debate, como lo dice Urpi Torrado, la directora de esa empresa encuestadora. El elenco del profesor fue tan mediocre y burlesco que el fact checking de cada una de sus intervenciones demostró el abismo al cual caeríamos de triunfar el símbolo del lápiz.
El electorado sí piensa. Sí procesa información sobre la consistencia de las promesas. Sí dibuja los escenarios donde proyecta su destino y el de su familia de vencer uno u otra.
Ya no queda mucho por dilucidar. Solo cabe, en el último de los casos, votar tapándose la nariz antes que votar para que nos tapen los ojos, la boca y los oídos por tiempo indefinido. ¡Pensá!