¿Periodismo de investigación o corrupción del periodismo?
El año pasado, la fiscal provincial Norah Córdova reveló que durante una diligencia en las oficinas de IDL-Reporteros —dispuesta por el Ministerio Público sobre los audios del caso Cuellos Blancos del Puerto— el fiscal Rodrigo Rurush fue interrumpido por orden directa del entonces fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, y obligado a dar por concluido aquel trámite; como, paralelamente, a retirarse de inmediato del local de IDL-Reporteros. ¿Qué había ocurrido? Pues que el fiscal de la Nación del Perú había recibido la llamada telefónica de Gustavo Gorriti Ellenbogen, propietario de IDL-Reporteros, realizada nada menos que a la línea personalísima de Sánchez —entonces mandamás del Ministerio Público— ordenándose disponga en el acto que el fiscal Rurush se retire del IDL y dé por concluida la diligencia que venía llevando a cabo, cuyo propósito era conseguir audios originales del affaire “Los Cuellos Blancos”, que habrían sido difundidos por IDL con el propósito de consolidar poder al interior del Ministerio Público.
Según la fiscal Norah Córdova, Gorriti entró de manera prepotente a las oficinas de IDL-Reporteros —donde estaba realizándose dicha diligencia— y le espetó al fiscal Rurush: “He hablado con el fiscal de la Nación, y lo va a llamar”.
El ucase telefónico —que momentos antes Gorriti lanzó al entonces fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, exigiendo que ordene al fiscal Rurush retirarse ipso facto del local de IDL-Reporteros, propiedad suya— dio resultado. Porque en seguida Rodrigo Rurush —quien se hallaba realizando una diligencia investigatoria autorizada por el Ministerio Público— dio por concluido el trámite. Esta prepotencia, amable lector, nos hace ver los niveles de corrupción y controversia por los que atraviesan la Fiscalía de la Nación como el llamado “periodismo de investigación”, disciplina que impunemente campea en este país manipulada por la siniestra organización criminal que comanda Gustavo Gorriti.
Quedando acreditado que un periodista influyó directamente en las decisiones del fiscal de la Nación Pablo Sánchez, hablamos de una delincuencial vulneración a la autonomía del Ministerio Público. Con mucho más razón si semejante atentado contra la libertad e independencia del Ministerio Público ha sido objeto de múltiples denuncias públicas, de testimonios fiscales y de debates, tanto sobre la urgente necesidad de independencia institucional del Ministerio Público, como por la crisis en que se debate esa “especialidad” de un periodismo ruin, que apesta a corrupción y transpira a extorsión.
Paralelamente quedó acreditado que los audios de Los Cuellos Blancos antes habrían sido escuchados por Gorriti en el piso 9 de la Fiscalía, despacho de Sánchez. Esto, sumado a que la fiscal Córdova ha manifestado que “Sánchez le dio poder total a Gorriti”, revela que Gorriti es un protagonista clave en casos como Lava Jato y Cuellos Blancos. Su cercanía a fiscales cuestionados como Pablo Sánchez y Rafael Vela Barba puede interpretarse como una alianza informal para impulsar hechos de corrupción con rédito no solamente político, sino fiduciario.
Todo esto confirma rarísimas dudas sobre la independencia del Ministerio Público y la actuación del “periodismo de investigación” en contextos de corrupción judicializada.
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