¡Periodismo!
El periodismo ético y responsable es el baluarte por excelencia de la libertad, la democracia, los derechos humanos y los valores supremos de las naciones civilizadas, en las que debe imperar, como necesaria garantía, la seguridad jurídica y el pleno Estado de Derecho.
Los periodistas tenemos el privilegio del deber insoslayable de orientar nuestro quehacer al servicio de una causa que jamás ha de ser postergada ni negociada; es la causa de la sociedad, es la causa de la libertad, es la causa nacional. Es la causa, en fin, del Bien Común, que entendemos como la juridicidad básica e intocable, sin mácula, que al propender alcanzarla y mantenerla, fomenta un ambiente de seguridad y confianza.
Bien Común como anhelo sentido por el pueblo, por el país como conjunto humano, social y realidad geopolítica; anhelo para cuya satisfacción se requiere: Una autoridad competente legítimamente establecida y que ejerza ese poder conferido por la voluntad popular, con respeto indeclinable a la Constitución y al juramento que debe mantener con honor; autoridad como condición necesaria para el desarrollo histórico-social del hacer práctico; autoridad cuyo abuso hace que desmerezca la confianza puesta en ella y decline la fuerza moral que pudo tener; por ende se requiere de un régimen político auténticamente democrático; libertad responsable y una efectiva y múltiple participación ciudadana.
Participación ciudadana resuelta a recuperar la libertad, los derechos usurpados, en una actitud valiente y reflexiva respecto a su derecho constitucional de insurgencia, no como lucha armada ni como desafío anárquico, sino como rebelión cuerda y firme contra el abuso del poder, que esperemos no sé de, por los nefastos antecedentes que se vivió en la época del velascato y en el fujimontesinismo, en donde algunos periodistas -hoy reciclados- hipotecaron su pluma para convertirse en áulicos servidores del autoritarismo, de la prepotencia, de la fuerza obsesiva e irrazonable del poder, los periodistas y los medios que abdicaron ante los bienes cortesanos pasajeros, en vez de ser fieles al fin superior de la prensa: servir a la sociedad y a la Patria, tan necesitada de una defensa cabal, compacta, honesta, sin concesiones, sin desmedro de la soberanía ni ocultamiento informativo.
Fue una prensa que avergonzó y que no consentimos, fue aquella que se escondió bajo las faldas de su propio miedo y no se atrevió a decir lo que el público tenía derecho a saber; aquella prensa que tembló como una frágil hoja al soplo más leve y no se animó a investigar, a descubrir y a denunciar lo que el Perú tenía derecho a conocer.
El Estado tiene sus propios poderes asignados constitucionalmente, aparte de los que en forma indebida o quienes lo representan asumen poderes que no les corresponde.
El periodismo es, en esencia, el Primer Poder de los Pueblos Libres. Es un poder que estamos obligados a honrar, para bien de la sociedad y cuyo cumplimiento lleva a ese estado de sosiego que sólo se logra cuando se cumple lo debido.
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