¿Permitiremos otro fraude electoral?
Para este escriba, es evidente que las elecciones generales de 2021 –convocadas por el imputado por corrupción y miserable politicastro, Martín Vizcarra– fueron amañadas por el Jurado Nacional de Elecciones que presidía –y sigue presidiendo– el vocal supremo comunista Jorge Luis Salas Arenas. Este sujeto le dio el triunfo a Perú Libre, representado por Pedro Castillo Terrones, perteneciente a la secta terrorista Movadef (Movimiento por la Amnistía y Derechos Humanos), fundada por Abimael Guzmán para ejercer el papel de “brazo político” de Sendero Luminoso. Salas se negó siquiera a oír a una delegación de representantes de partidos democráticos –que presidió Lourdes Flores Nano– tras haber detectado esta graves alteraciones en centenares de miles –o quizá millones– de actas. Es más, le prohibió acceder a Reniec para contrastar las firmas en los padrones de las actas, con tal de consolidar definitivamente el triunfo de Castillo Terrones.
No obstante, el tal Salas Arenas no solo continúa presidiendo nuestro organismo electoral, sino que se dio el lujo de orquestar las elecciones entrantes –abril 2026– para, nuevamente, permitirles el triunfo a los movimientos políticos de izquierda. Fundamentalmente a aquellas agrupaciones totalitarias que apuntan a disputarse –solo entre ellas– la presidencia de la República. El plan sería eliminar –vía tachas u otros procedimientos tramposos, y de último momento– a todos aquellos postulantes que no representen a partidos de izquierdas; y, particularmente, a la extrema izquierda. Otro ejemplo de la parcialización de Salas Arenas con la izquierda es que él mismo redactó la norma que regirá para los comicios de 2026. Y esta prohíbe, taxativamente, que las agrupaciones políticas que participen en la siguiente elección se identifiquen bajo el nombre del postulante que impulsen. ¡Sin embargo, el partido que patrocina a Antauro Humala se llama Antauro…! ¡Y allí sí, no pasó nada!
Hasta acá los hechos. Ahora veamos qué reacciones han tenido los políticos no identificados con las izquierdas. ¡Sin temor a equivocarnos, afirmamos que ninguna! Se han quedado calladitos, incluso después de conocer en detalle la frondosa, capciosa y antidemocrática legislación electoral fabricada por el comunista Salas Arenas. Y por el lado de la autoridad del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), lo que trasciende es que estará atenta para cerrarle el paso al menor desvío de la ley por parte de cualquier partido de derecha; y, asimismo, a defender –a capa y espada– los privilegios y ayudas que les ha concedido, “reglamentariamente”, y los auxilios que les preste a futuro a las agrupaciones que simpatizan y/o se identifican con las izquierdas de todo pelaje.
En síntesis, Salas Arenas ha vuelto a orquestar un fraude electoral en la propia cara de los partidos políticos opositores a las izquierdas, a través de unas normas descaradamente tramposas que, de antemano, los perjudica decididamente sin que estos hayan protestado. Y hoy este sujeto se prepara para salvarse con el triunfo de algún postulante comunista que, eventualmente, pudiese premiarlo incorporándose a la nomenklatura que gobernaría este país per sécula seculorum. Como sucede en Venezuela o Cuba. ¿Está dispuesto a permitir semejante atentado, amable lector?
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