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Pero el peruano ¡ay! siguió muriendo

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Fecha Publicación: 28/09/2023 - 22:10
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Han pasado casi dos años y ya parece que los peruanos hubiésemos olvidado los más de 200 mil muertos registrados que nos dejó la pandemia de Covid- 19, lo que nos convirtió en el país con mayor cantidad de muertos por millón de habitantes en el mundo; creo que casi todos los peruanos supimos de alguien cercano que falleció; además, causó estragos económicos que no terminan de resolverse.
Esto, claramente, se debió a una desastrosa política de respuesta ante la emergencia, que se concentró en fortalecer comunicacionalmente a Vizcarra, antes que realmente ocuparse de los problemas del país. Los escándalos del Vacunagate pintan de cuerpo entero esa gestión.
Es cierto que la saturación del sistema de salud público y la falta de medicamentos es un problema endémico en el Perú, sin embargo, la compra de pruebas rápidas ineficientes, la demora en la adquisición de vacunas, las denuncias de corrupción por equipamiento médico sobrevalorado y por falta de insumos para los profesionales de la salud, son hechos que agravaron nuestra ya precaria situación, y por los que aún el Perú no encuentra justicia.
Fueron días nefastos, de personas entubadas esperando sobrevivir o muriendo en las puertas de los hospitales mientras aguardaban por un turno para ser atendidos. Esta situación también perjudicó a los pacientes con necesidad de tratarse constantemente, pues la gran mayoría de recursos fueron destinados a enfrentar la pandemia.
Lo peor, es que tamaña tragedia no parece habernos dejado lecciones aprendidas. ¿Qué hemos hecho para que no vuelva a suceder algo similar?
La precariedad de nuestro sistema de salud se mantiene, por eso fuimos fuertemente afectados por la epidemia de dengue de inicios de año y, actualmente, en el Perú ha reaparecido la polio luego de más de 30 años.
Hace poco trascendió que en el primer nivel de atención de salud en el Perú solo hay 4 médicos por cada 10 mil habitantes, lo que hace imposible asegurar la atención en salud de los peruanos. Se estima que un aproximado de la mitad de las postas de salud a nivel nacional no tienen un médico; situación que se agrava en el ámbito rural.
A pesar de que la constitución asegura el derecho a la salud, y si bien la gran mayoría de los peruanos se encuentran inscritos en alguno de los sistemas de salud públicos, el servicio es tan deficiente y lento, que, frente a empeorar o morir esperando por atención, muchas personas deciden recurrir a la salud privada, la cual suele ser extremadamente cara, y, en muchos casos, puede ser muy difícil de fiscalizar, debido a la situación de precariedad en la que vivimos.

Creo que las postas de salud, con colas que empiezan desde la madrugada, y que muchas veces incluyen a adultos mayores, son una imagen recurrente en el imaginario de la mayoría de los peruanos.
Hace poco, un falso consultorio de obstetricia fue denunciado de trata de personas, por robar bebés recién nacidos. ¿Por qué alguien asistiría a lugares así si la salud fuera realmente accesible para todos los peruanos?
La verdad es que, para muchas personas, atenderse en un establecimiento de salud pública implica horas de viaje y tramites irrealizables, como sacar citas por teléfono entre ciertas horas de la mañana antes de que se terminen los cupos; luego les toca esperar un mes para ser atendidos y, tras serlo, en muchos casos no reciben las medicinas que requieren para mantenerse con vida, por lo que deben hacer lo que fuera para comprarlas.
A pesar de que la función principal de cualquier Estado es mantener a sus ciudadanos con vida, y que la Constitución, por lo menos en el papel, asegura la atención en salud a todas las personas, en la práctica esto no se cumple.

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