Personas prestadas
El hombre es un cofre que guarda un menjunje de recuerdos y sentimientos, y nadie quiere ser juzgado. Aún en manada, cada uno confronta con la necesidad de ser escuchado. Quizás ese vigilante de tu calle o el empleado que suma horas como bonos en el supermercado o aquel sentado en un bus mirando al vacío. Pasas, no te importa.
En Dinamarca, hace veinte años, por la violencia en las calles, cuajó una idea extraordinaria: la violencia es, en ocasiones, una manera de soltar el agua acumulada, cenagosa; es cuando se rompe el dique y estalla la tensión emocional. No todos están dispuestos a contarse la vida, salvo que sea sin etiquetas ni juicios.
Así fue que se abrió la primera Human Library durante un festival musical en Copenhague (2000) https://humanlibrary.org/ Hoy tiene 30,000 miembros. Imagine miles de estantes con… seres humanos y no libros para prestarse, porque cada ser humano es un libro con ganas de abrirse, lleno de letras y de dramas, con ganas de comunicar e interactuar.
Nadie quiere un público general como las redes para lo que les es íntimo y cerrado, sino uno solo frente a frente, dispuesto a ser leído sin que le paguen por sesión. Eres entonces el libro humano solicitado en una biblioteca. Lees, te leen.
Conversaciones profundas sin resentimientos subsecuentes, sin estereotipos. El desempleado, el rico, el pobre, el joven, el discapacitado, el conflictuado, el que busca algo sin saber qué. El lema de la biblioteca humana es “no juzgues al libro por su cubierta”, tremenda humanidad la de entenderse sin apremios ni efectos, haciéndola de pontífices (constructores de puentes).
No sé si en el Perú, pero la biblioteca humana existe en ochenta países del mundo. Se trata de leer personas, llenarse, llenar, aprender a ser tolerantes y a dialogar con escucha activa tanto como a mostrarse tal cual y sin pudor. Allí se caen todas las máscaras. Puede ser un club de la conversación, pues en ocasiones se sientan cuatro frente a frente y se disipan los resquemores.
Quizás haya quien guarde algún miedo o una culpa. En la website de Bibliotecas Municipales de Zaragoza se leen algunas reglas que no solemos usar en nuestros tratos cotidianos y sí en la Human Library: libros y lectores tienen derecho a ser tratados con respeto, libros y lectores tienen derecho a realizar cualquier pregunta, no se permiten conductas ofensivas y no tengo que gustarte.
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