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Perú: doscientos años de república sin aprender nada

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Fecha Publicación: 31/08/2023 - 22:30
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En Perú, parece que la historia se repitiera en una especie de bucle que nos dificulta avanzar como país. Cuando Manuel González Prada escribió su famoso libro “Horas de lucha”, muy probablemente lo hizo consciente de que su obra tendría vigencia por muchos años. Lo mismo sucede con el libro “Lima, apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres” de Manuel Atanasio Fuentes, recientemente reeditado por Torre de Papel Ediciones, en donde queda claro que, a pesar de los casi 160 años desde su publicación, Lima no ha cambiado más que en su infraestructura.

La inestabilidad política, la permanente lucha por el poder, la corrupción institucionalizada, la falta de organización estructural por parte del Estado, el caudillismo como principal motor de la política, entre otros fenómenos sociopolíticos perjudiciales, nos acompañan toda nuestra vida republicana y, probablemente, mucho más.

Es, en gran medida debido a estos fenómenos, que el país ha sufrido sus más grandes tragedias. La más traumática de ellas fue la guerra contra Chile, pues generó el concepto moderno de peruanidad, al ocasionar la desestructuración de la sociedad peruana de su tiempo.

A pesar del derrotismo con el que estudiamos ese conflicto armado, el desempeño militar del Perú, en la mayoría de los casos, estuvo a la altura de las circunstancias. Muestras icónicas del temple peruano han quedado para la posteridad, gracias a personalidades como Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Andrés Avelino Cáceres y tantos otros que lucharon en nombre de un Perú que no se terminaba de forjar.

Fue el desarrollo social, político y cultural de Chile lo que le permitió ganar esa guerra. La estructura administrativa del Estado peruano estaba desfasada, al estar basada en caudillos que no eran capaces de integrar institucionalmente los aprendizajes que iban dejando el combate y la política. Chile, por su parte, al ser más organizado, y no basar su estructura estatal en caudillos sino en procesos, recibía y aplicaba la información de manera transversal a toda su estructura estatal.

Para Perú, los aprendizajes en el campo de batalla y en la política internacional eran aprendizajes de personajes concretos, quienes no contaban con los mecanismos para transmitirlos al funcionamiento del Estado.

A esto se sumó el desgobierno, que llevó al golpe de Estado de Nicolás de Piérola, y la previa corrupción desmedida, que impidió que estuviéramos preparados para los embates de la historia.

¿Nuestra política ha madurado desde entonces? Basta analizar un poco el trabajo parlamentario actual, o la falta de objetividad con la que, desde el Estado, parece enfrentarse la realidad, para darnos cuenta de que no.

Mientras nuestros políticos continúan discutiendo desde los viejos problemas, nos acercamos, cada vez más, a un escenario complicado, en donde la economía puede golpearnos. El MEF cada día proyecta menos crecimiento para este año (1.1%), y los especialistas consideran que podría llegar tan solo al 0.6%. La inversión privada parece estar detenida en el Perú, debido, principalmente, a la inseguridad política que han dejado los últimos gobiernos.

A esto se suman factores externos, como la alta inflación que afecta a prácticamente el mundo entero desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la cual no parece próxima a terminar, y ha producido escasez de granos y petróleo en el mundo, lo que incrementa, directamente, el precio de los alimentos, afectando la seguridad alimentaria de todo el planeta.

En el caso de Perú, además, tenemos el fenómeno de El Niño, que viene produciendo inundaciones en el norte y sequías en el sur, debido a lo cual se ha reducido la cantidad de hectáreas cultivadas, poniéndonos al borde de encontrarnos en escasez de alimentos, estimándose que, actualmente, un aproximado del 50% de la población se encuentra en riesgo de caer en inseguridad alimentaria.

Mientras no logremos superar los problemas que nos acompañan desde nuestra fundación como república, seguiremos siendo incapaces de afrontar, sin mucho dolor y con resiliencia, los embates de la realidad y la historia.

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