Perú: El mejor país del mundo

Estamos entrando a la Semana de la Patria. Es una oportunidad para recordar que el Perú, antes y después de su independencia, ha sido y es una gran nación: puedo afirmar, con propiedad que, a pesar de que hay quejas, para mí y muchos, es el mejor país del mundo.

Esto no me lo han contado, sino que lo he vivido. He tenido el privilegio de haber venido al Perú a muy temprana edad y crecido en un caserío de la montaña, así como en ciudades de la amazonia y la costa. También me formé en la capital. Luego me acompañó la suerte de haber viajado por setenta países. Adicionalmente gané la extraordinaria experiencia de vivir en ocho países muy distintos: entre ellos la potencia capitalista por excelencia, así como en el país socialista más grande, y también de comparar experiencias en países ricos, y pobres. Incluso en Alemania, dividida entonces entre capitalista y comunista.

En los años que trabajé en las Misiones del Perú ante las Naciones Unidas (Nueva York y Ginebra) pude percibir la competencia entre países, en afán de destacar. Incluso se inventó una estadística basada en una encuesta sobre la felicidad de los habitantes de determinados países. Ahora se habla sobre ciudades que ofrecen mejor calidad de vida en el mundo. En la punta aparecen Zúrich y Frankfurt (que no son capitales), en las que he vivido muchos años.

Nada de ello me hace cambiar de pensar que el Perú tiene la mejor oferta en calidad humana y, por ende, de vida. A ello hay que agregar que Lima es una de las pocas capitales del mundo que quedan frente al mar, que no está azotada por temperaturas extremas. Vivir en Miraflores, con una oferta cultural variopinta y cálida acogida al extranjero, puede resultar más agradable que en Zúrich.

Lo más interesante del Perú son sus contrastes, que se expresan también en la tolerancia de la población. La presidenta del Congreso recuerda que somos un país de blancos e indios, en tanto olvida a afroperuanos y los de origen asiático. Admitimos que algunos de nuestros políticos tengan escasa relación con la Academia o con el mundo del intelecto. Descalificamos cuando nos conviene a nuestros gobernantes. Somos indulgentes con el Poder Judicial y promocionamos a los que llamamos “colaboradores eficaces”, no exigiéndoles que - a la par de acusar- devuelvan lo mal habido.

A pesar de arrastrar con muchos problemas muy graves, sobrellevados por la informalidad -y quizá por ello mismo- el Perú es en el contexto internacional un país eficiente. Me remito, para esta calificación, a la evaluación de países que aparece en mi libro Relaciones Internacionales Modernas, publicado por una universidad europea. Los países pueden ser evaluados por la capacidad que demuestran para enfrentar sus problemas y contribuir a la comunidad internacional.

El Perú aporta con exportación de alimentos y materias primas, pero no promociona debidamente a los peruanos de éxito en el exterior. Además de elogiar el ceviche o rendir culto al pisco, se debe apoyar a divulgar libros sobre Jorge Chávez, Pérez de Cuéllar, Paulet o Isabel Barreto. Así como divulgar mejor los aportes de nuestra diplomacia.

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