Perú: Lecciones de la corrupción venezolana

La corrupción deja ver sus consecuencias devastadoras en Venezuela. Desde Chávez en 1999, y su continuación bajo Maduro, la corrupción en gran escala los arrasó al abismo, malversando fondos, cometiendo fraudes, sobornando militares y funcionarios con el petróleo de PDVSA. El dictador es responsable de la muerte de 20 civiles y un sargento y la detención de mil venezolanos tras pasar por el gran fraude del Consejo Nacional Electoral que robó más de 3 millones y medio de votos de Edmundo González, presidente legítimo de Venezuela. María Corina Machado dejó las evidencias al mundo que comienza una batalla por la democracia venezolana.
La situación actual en Perú, aunque no igual en magnitud, nos obliga a mirar más allá de nuestras fronteras y aprender de estas duras lecciones. Las denuncias de irregularidades electorales en el caso Castillo, generaron el incremento en la desconfianza hacia nuestro sistema de elecciones. La pregunta que nos surge es inevitable: ¿Qué debemos hacer para no seguir por este camino?
El primer paso hacia el cambio radica en el reconocimiento de nuestras vulnerabilidades como país. No se trata de una lucha que distingue entre izquierdas o derechas, sino contra la corrupción que amenaza con socavar los cimientos de nuestra democracia. La corrupción está astutamente disfrazada y armada de estrategias para adueñarse del poder, infiltrándose progresivamente en más sectores de nuestra sociedad. Si seguimos permitiéndola sin controlarla, ni reducirla, vamos camino a convertirnos en Venezuela.
Lo más importante es la seguridad como garante del desarrollo. La trágica enseñanza de Venezuela nos ha demostrado que sin seguridad no habrá progreso. Ante esto, solo cambiar el nombre de Ministerio del Interior a “Ministerio de Seguridad Pública” es insuficiente para asociarlo a la lucha contra la corrupción. Necesitamos afrontar el problema regional de la minería ilegal en América Latina que se asocia con 436 organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, lavado de activos, corrupción y contrabando. Según Phillip Morris International, Perú ya se ha convertido en el mercado de la región más atractivo para estos criminales por su economía estable, desplazando a Ecuador y Venezuela. La forma más efectiva de hacer frente a la corrupción originada por la minería ilegal, narcotráfico y contrabando es mediante una reforma integral de nuestra Policía Nacional, consiguiendo la cooperación internacional y optimizando sus recursos humanos y técnicos.
Además, es urgente llevar a cabo reformas institucionales y estructurales enfocadas en la lucha contra la corrupción. Vivimos en una época donde el cuestionamiento hacia las instituciones es frecuente por percepciones de doble moral y falta de imparcialidad. Necios compañeros de Castillo siguen defendiendo a Maduro a pesar de todo. La doble moral y la falta de imparcialidad se generaliza en los órganos de justicia, magistratura, fiscalía y electorales. Las decisiones politizadas han destruido a las empresas estatales de servicios de salud y abastecimiento de energía. Por tanto, se vuelve esencial promover la construcción de instituciones estatales fuertes e independientes, capaces de actuar de manera decisiva y sin interferencias políticas.
Esto nos lleva a la visión de futuro que deseamos para nuestro país: una sociedad donde la transparencia, la rendición de cuentas y un compromiso genuino con la justicia y el estado de derecho sean pilares inamovibles. Para lograr esto, necesitamos fomentar una cultura de integridad y ética, que se sustente en la participación ciudadana activa, la denuncia y vigilancia constante, y en un liderazgo empático que ponga las necesidades de la nación por encima de intereses personales o políticos.
Las lecciones aprendidas de Venezuela deben servir como motor para conducirnos hacia un futuro donde Perú se distinga por su fortaleza institucional y su irrenunciable compromiso con la lucha contra la corrupción.

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