Perú, país indefenso
Ahora que el Gobierno del Perú ha anunciado la pronta adquisición de aviones de combate para fortalecer nuestra condición disuasiva en la región, y que, por esta medida, ya empezaron a saltar hasta el techo aquellos que no entienden nada acerca del eje de la seguridad y la defensa que debe contar un Estado –es imperdonable que no lo tenga, y más aún en estos tiempos–, en salvaguarda de la integridad de los 33 millones de peruanos, debo imperiosamente llamar la atención para recordar nuestra triste y crónica historia de indefensión para que, por ningún motivo, vuelva a repetirse.
Precisamente por ser negligentes con la soberanía nacional, que no es otra cosa que la dignidad de un Estado, en 1879 nos tocó afrontar una guerra para la que no estuvimos preparados, flagelándonos como nación al incorporar en el imaginario colectivo de los peruanos la derrota que jamás debió suceder, y que poco o nada hicimos a lo largo de los años para arrancarnos ese peso, porque nuestra clase política no tuvo compromiso ni agallas para con la patria, sino que únicamente decidieron priorizar sus pretensiones personales, que no fueron otra cosa que asegurar su destino y el de sus familias, desdeñando las responsabilidades de Estado que tenían para con el país.
Fue, pues, una completa tragedia para nuestro futuro, como Manuel González Prada, el mayor realista y anarquista de fines del siglo XIX e inicios del XX, acusó sin que le temblara la mano, y usted, honorable lector, debe saberlo.
En efecto, nuestra clase política de mediados del siglo XIX no fue responsable con nuestro destino. José Rufino Echenique (1850-1854) fue el primer presidente de nuestra historia republicana que nos llevó al abismo económico, produciendo la primera bancarrota fiscal del Estado peruano. La bonanza del guano y del salitre la despilfarró, y junto a esta ignominia, no se preocupó de que el país contara con fuerzas armadas en capacidad bélica para garantizar la seguridad nacional y la defensa nacional, a sabiendas de que el chileno Diego Portales ya miraba geopolíticamente el destino de su patria con el irresoluto objetivo de ganar hacia el norte los inmediatos territorios costeros de Bolivia y el Perú.
Por Rufino Echenique y por toda la casta política de su época, que se llenaron los bolsillos, produciendo la primera prosperidad falaz –como la llamó Jorge Basadre–, dedicada, como la de los últimos años, a las pugnas por el poder político –llevamos 6 presidentes a cuestas en algo más de un lustro–, sin mirar la profundidad de los intereses del Perú, tuvimos que asumir la referida guerra con Chile prácticamente desguarnecidos.
No hay derecho a que esto se repita, mirando cómo los conflictos siguen desatándose en el globo. Siempre tendremos problemas económicos y sociales intraestatales, y esa también es una tragedia, pero será mayor si nos vuelve a pasar el vergonzoso suceso del pasado. Es un deber de quien tiene el poder del Estado proteger a la Nación peruana, y será un acto irresponsable, sin moral política e imperdonable, que persista la idea del país indefenso, pues no comprar armas bajo el argumento de que hay que invertir en el combate a la anemia, en realidad, se trata de una deplorable comparación, soltada con vocación timadora y de espaldas a nuestro pueblo y su destino.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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