Perú, ¿prescindible para las futuras generaciones?
¿Qué es lo que les atrae de “afuera”? o ¿qué es lo que los impulsa a dejar el suelo patrio? ¿Qué es lo que han hecho las autoridades gubernamentales –con la anuencia o indiferencia de los ciudadanos– para que el afán de migrar de los jóvenes sea más una huida que un acto ponderado? Los fenómenos que le aquejan: la inseguridad, el tráfico desbordado, la impunidad, la corrupción; y, un largo etcétera, va minando la esperanza, el optimismo y su viabilidad.
¿Es posible del Perú como país? Reafirmo la certeza de que sí lo es, no obstante, es difícil vaticinar si lo alcanzará en el mediano o en el largo plazo. La velocidad de su concreción dependerá de los propios peruanos que, como personas libres, no solemos mirar o querer lo mismo. No es tarea fácil la coincidencia; de igual modo, nada que valga la pena se obtiene sin esfuerzo.
Recuerdo aquella frase atribuida a Raimondi y dicha en tono reproche: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. ¿Con el apelativo de mendigo se insinuaba alguna calificación contraria a la laboriosidad de los nacionales? Si fuera el caso, la apreciación sería incorrecta, a tenor de lo observable en la cotidianeidad de los peruanos.
Estar sentado predica un descanso, pero de satisfacción por haber recogido lo necesario de la riqueza que rodea. A menores conocimientos y preparación, lo “necesario” se estrecha, quedando amplios espectros de los recursos naturales opacos sin conquistar. La difusión y extensión de la ciencia y de la técnica, de lo teórico y práctico, es una política que incentiva a no estacionarse en lo mínimo para “pasar el día”.
Finalmente, el oro es un metal que se asocia a lo esencial, al poder, a lo sagrado, a lo valioso, a la riqueza, a la seguridad, a la solidez y, hasta a la belleza. Esta diversidad de significantes despierta una variedad de conductas, que suelen agruparse en torno a su condición de valioso y de su valía. Para algunos, el oro implica apropiación, acumulación y defensa de otros que persiguen lo mismo.
Unos y otros buscan incrementar sus arcas; el modo es tomando el poder político, para lo cual son expertos en soltar “garúas ideológicas” para hacer creer que llueve a cántaros. Otro gran grupo querrá fortalecer lo esencial, lo valioso, lo que, en buena cuenta, define la identidad de un país. Quizá la tarea que tenemos entre manos sea no señalar el oro, sino perfilar el qué y el para qué de su valía.
La propuesta de Víctor Andrés Belaúnde con su peruanidad y la síntesis viviente entre lo andino e hispánico, perdió su rumbo con la visión dialéctica, con el enfrentamiento impertinente y la tendencia a aguzar las contradicciones. Es tiempo de hurgar en nuestra memoria, en nuestra particular posición occidental y en la experiencia acumulada en estas décadas en pos de aquello valioso capaz de vertebrar a los peruanos. Un país con espíritu compite en buena lid con la migración definitiva.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.