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Perú: prostituido por los caviares

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Fecha Publicación: 15/12/2023 - 23:00
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Somos un país prostituido por una mafia caviar, enriquecida a costa de asaltar el Estado cumpliendo su papel de poder espurio –detrás de los gobiernos–, haciendo y deshaciendo para, precisamente, esfumar las pruebas que culpan a sus amigotes –Odebrecht, Graña MQ, PPK, Toledo, Humala, etc.– de haberle robado US$ 25,000 millones al Estado, vía la corrupción. Además, esa camorra caviar ha llenado el país de mentiras y de bajos instintos, al extremo de aliarse con el golpista Castillo quien representa al totalitarismo, al senderismo y a la corrupción. La especialidad de los caviares es manipular la justicia ocupando ilícitamente el poder Judicial y la Fiscalía de la Nación, operando cual dictadura “justicialista” hecha a medida de la corrupción y, consecuentemente, imponiendo el señorío y el dinero que implica aquello.

La implosión del Estado peruano es cosa de meses. Al paso que vamos ahora, acá pronto no quedará títere con cabeza tras transformarnos, oficialmente, en Estado fallido. A lo largo de lo que va de este siglo, las pendencias internas han socavado a tal extremo la institucionalidad y dinamitado la autoridad en todos sus niveles, que una mafia tan corrompida –como la de los caviares– gobierna el país habiendo alcanzado apenas votos suficientes para que un puñado de los suyos sean legisladores. Hoy, el Perú es un país al pairo; sin reglas ni leyes que se cumplan. Porque, tanto sus fiscales como sus jueces, las interpretan y manipulan de acuerdo a los intereses de los caviares que generalmente son opuestos a lo que dicta la norma; o inclusive la Constitución. En el Perú del tercer milenio sólo prima la anomia; el sálvese quien pueda. Consecuentemente, cualquier cosa puede pasar en un Estado tan frustrado como el nuestro, amable lector. Y los pronósticos son todavía bastante más graves. Porque, en vez de poner coto al zafarrancho generalizado en que nos encontramos, cada día aparece un nuevo hecho que empeora y multiplica el caos, ampliando los niveles de corrupción y confusión en que se encuentra nuestra desgraciada nación.

Para nadie es un secreto la falta de ingresos que padece la inmensa mayoría de peruanos. Gente que vive en la indigencia, rodeada de miseria que, a su vez, atrae a la delincuencia que se ha convertido en el mayor karma de nuestras ciudades. En buena medida, la culpa es de la corrupción que ha destrozado moral, económica y funcionalmente al Estado. Con mayor razón, cuando después de siete largos años de martilleo sobre los descomunales robos perpetrados por los Odebrecht, Graña Miró Quesada, Toledo, Humala, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti, Castillo, etc., el pueblo confirma que ninguno de ellos está preso; ninguno está siendo juzgado, y Odebrecht sigue trabajando para el Estado bajo otro nombre pero con el mismo espíritu cleptómano de siempre. Y Los despreciables fiscales encargados de investigar semejante robo a la nación, aparecen como estrellas hollywoodenses luciéndose todopoderosos; cuando sobre ellos pende la sospecha de que claudicaron para favorecer a quienes asaltaron al país. ¡Y obviamente esto no lo hicieron esos fiscales a cambio de nada!

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