Perú: trasplante de corazón
El corazón es el músculo más importante. Mientras late un corazón, hay vida. El corazón es protagonista desde la concepción. Cuando una mujer lleva en su vientre una nueva vida y todavía no se perfila un cuerpecito, hay un corazón que se hace escuchar.
Hay quienes atribuyen poderes premonitorios a los movimientos del corazón. Quién no ha escuchado, especialmente en tiempos de clasificatorias: ¡Tenía el pálpito que hoy ganábamos! Otros vinculan su corazón a la emoción, a los sentimientos o su estado de ánimo. A quién no le ha roto el corazón un amor no correspondido.
En esta pandemia, entre abril y setiembre, cerca de 139,000 corazones dejaron de latir en Perú. En el mismo periodo de los últimos dos años murieron en promedio 58,000 personas, según las cifras del Sinadef, el organismo que lleva el control de las defunciones. Hay una diferencia de 81,000 personas más que las fallecidas en años anteriores.
Todavía seguimos esperando el sinceramiento de cifras por parte del Gobierno que sólo reconoce hasta hoy alrededor de 33,000 fallecimientos causados por el Covid-19. Si esto fuera cierto, cuesta creer que hubo más de 48,000 personas que aún no sabemos de qué murieron.
Millones de peruanos, poniendo la vida por delante, cuando por temor nuestros corazones latían aceleradamente, respetamos durante más de 100 días de confinamiento las decisiones del Gobierno que nos hablaba con el corazón en una de sus manos y con la otra manipulaba cifras o se tapaba la cara para no ver cómo quebraban las empresas, mientras cientos de miles se quedaban sin trabajo y gastaban sus ahorros y CTS para sobrevivir.
La corrupción, el caciquismo y los pactos bajo la mesa han sido el colesterol malo para el corazón de nuestra economía, ha obstruido sus arterias y no permite el paso de sangre fresca que podríamos obtener por las tan necesarias transfusiones de la inversión privada.
Hasta antes de los audios el corazón de muchos peruanos latía ciegamente por su presidente. Grande ha sido su desilusión al comprobar que había mentido en complicidad con otras. El último domingo vimos por TV que, mirando la cámara, seguía mintiendo. Como si repitiendo mentiras, estas se convertirían en verdad. También comprobaron que no lo conocían, que su corazón era mezquino, rencoroso y que por salvarse podía llegar a la deslealtad, la traición.
El Perú, en plena pandemia, sufre taquicardias frecuentes. Su salud, deteriorada, está al borde del infarto. Necesita para sobrevivir, trasplante de corazón, una peligrosa cirugía a pecho abierto en la que participen los mejores profesionales. Nuestro Perú es noble. Debemos resistir y ser pacientes hasta recibir un nuevo corazón que sea compatible, honesto y trabajador. ¡Sólo faltan 294 días para que se vaya Vizcarra!
LUIS OTOYA TRELLES