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Perú y Corea del Sur: más allá del comercio

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Fecha Publicación: 23/04/2019 - 21:25
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Cuando negociamos el Acuerdo de Libre Comercio con Corea del Sur, nuestro objetivo era abrir mercados para nuestros productos no tradicionales. Hoy en día, siete años después de la entrada en vigencia del acuerdo, nuestras exportaciones totales ascienden a US$ 2,500 millones y, como es de imaginar, el 87 % de ello es cubierto por cobre, zinc y plomo.

Nuestras exportaciones no tradicionales apenas pasan de los US$ 300 millones. Sin duda, es una cifra pequeña comparada con los US$ 12 mil millones que vendemos al mundo en productos no tradicionales.

Pero si miramos las cifras en términos dinámicos y no estáticos, encontramos que en el  2011, las agroexportaciones ascendían a solamente US$ 5 millones. Cifra que nos dice que el mercado coreano era totalmente extraño para los exportadores peruanos.

Siete años después, las agroexportaciones suman US$ 113 millones. En siete años hemos crecido a una tasa promedio de 61 % por año. Estos números nos sugieren que sí hay espacio para crecer de manera considerable.

Un estudio de oportunidades no aprovechadas por Perú en el mercado coreano, concluye que tenemos la posibilidad de incrementar las agroexportaciones en US$ 1,000 millones de manera relativamente rápida si reorientamos parte de nuestra exportación de ese mercado.

Obviamente, no tenemos producción suficiente para generar esos US$ 1,000 millones de inmediato. Nuestras ventas totales al mundo ascienden a US$ 6 mil millones. Por lo tanto, todo apunta a la necesidad de incrementar nuestra producción y a conocer más de cerca a los consumidores coreanos.

No cabe duda de que tenemos tierra, trabajadores y productos para exportar más a Corea del Sur. Pero, hay otros factores importantes que tenemos que superar. Los certificados fitosanitarios, por ejemplo. Tenemos casos en los que los exportadores han traído ingenieros desde Corea del Sur para poder certificar sus productos porque no tenemos la capacidad para hacerlo en el Perú.

Necesitamos inversiones, necesitamos tecnología, sistemas de riego moderno, canales de comercialización, marketing, etc. Pero, ¿qué tal si en vez de pensar que toda esa lista de cosas pendientes las debemos hacer nosotros, pensamos que las podemos hacer juntos con nuestros colegas coreanos? ¿Por qué no?

La integración económica no es solo libre comercio, también lo es la suma de esfuerzos para obtener beneficios juntos.  Los coreanos, además de nuestros minerales, necesitan de nuestros súper alimentos. Y nosotros necesitamos de sus inversiones, de su tecnología, de sus sistemas de calidad en los alimentos.

Este es el nuevo paradigma de integración que tenemos que fortalecer. Los técnicos le llaman integración profunda. Los empresarios le llamamos alianzas estratégicas. Nuestros gobiernos deberían llamarlas estrategias de desarrollo. Lo importante es que las soluciones cooperativas son las que deben imperar en nuestras agendas de trabajo.

Por Juan Varilias

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