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Perú y el estancamiento de su sistema de salud tras la pandemia

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Fecha Publicación: 30/08/2025 - 22:20
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La pandemia de la COVID-19 dejó al descubierto lo que ya era evidente: el sistema de salud peruano era débil, fragmentado y profundamente desigual. La emergencia sanitaria, con hospitales colapsados y la escasez de oxígeno, fue un llamado de alerta que parecía marcar un punto de quiebre. Se habló de reformas urgentes, de modernización, de fortalecer la atención primaria y de garantizar el acceso universal. Sin embargo, casi cinco años después, los avances son mínimos y los mismos problemas estructurales persisten.
El sistema sigue estando altamente segmentado. El Seguro Integral de Salud (SIS) cubre a más del 60 % de la población, pero con establecimientos precarios: más del 90 % de sus centros de atención primaria carece de equipos adecuados. El resto depende de EsSalud, seguros privados costosos o de subsistemas cerrados como los de las Fuerzas Armadas y Policía. Esta fragmentación genera inequidades profundas en el acceso y la calidad de los servicios.
El Perú sigue teniendo una de las tasas más bajas de camas hospitalarias de la región (1,2 por cada mil habitantes) y un déficit enorme de médicos y enfermeras, sobre todo en zonas rurales. La brecha de especialistas se traduce en diagnósticos tardíos y tratamientos incompletos, especialmente en enfermedades como el cáncer. La pandemia no logró impulsar una reforma sustancial en la formación y distribución del recurso humano.
Durante la emergencia, la telemedicina se expandió rápidamente y permitió millones de consultas virtuales. Pero tras la reapertura de hospitales, el impulso se diluyó. Hoy, la falta de conectividad en zonas rurales y la escasa capacitación del personal de salud limitan su sostenibilidad.
Aunque leyes recientes, como la Ley Nacional del Cáncer y la Ley 32319 para el acceso rápido a medicamentos innovadores, representan avances en el marco normativo, en la práctica estos progresos se quedan en el papel y revelan una dura realidad: el marco regulatorio es incapaz de asegurar un acceso oportuno. Los pacientes continúan enfrentando desabastecimientos crónicos y precios elevados.
El Perú tuvo la oportunidad de transformar su sistema de salud después de la peor crisis sanitaria del siglo. Pero hoy, lo que encontramos es más discurso que acción, más normas que resultados, y más promesas que cambios reales. La población sigue pagando de su bolsillo un 27 % del gasto total en salud, muy por encima del promedio de países de la OCDE.
Si algo nos enseñó la pandemia es que la salud no puede seguir tratándose como un gasto secundario ni como un privilegio. Sin un compromiso político real y sostenido, seguiremos enfrentando crisis con un sistema que apenas sobrevive, en lugar de uno que protege de verdad a todos los peruanos.

@sandrostapleton

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