¡Peruanos: despierten de una vez!
Lo que está ocurriendo en el Perú no es casualidad. Desde los años noventa, la zurda latinoamericana decidió reconstruir sus fuerzas -melladas, mas no arrasadas- tras la emblemática caída del Muro de Berlín. La consigna consistió en monopolizar el poder regional arremetiendo contra ciertos regímenes democráticos, por entonces bastante “menos democráticos”, tras verse invadidos por el neocomunismo, subproducto de la implosión soviética. Surgirían entonces un intoxicante fanatismo ecológico; la igualdad sexual con sentido paranoico para dirigir el mundo al unisexismo; un empoderamiento feminista con visos de superioridad, y otra serie de extravagantes conquistas sociales ideadas por el marxismo como anzuelos para pescar, principalmente, a las juventudes y a las mujeres. Nace allí la táctica para revivir al comunismo, hasta consolidarlo cual peste endémica en Latinoamérica.
Pero ¿cuál seía la consigna para, ya capturado el poder, asegurar al comunismo como “el modelo latinoamericano”? Primero, deformar ejes vertebrales como los procesos electorales, ya debilitados por la desnaturalización de su sustento democrático, víctimas de la desinformación sembrada por el marxismo. De ser los malos del pueblo, los comunistas pasaron a ser héroes. ¿Cómo? Apelando al “buenismo”, pegajoso modismo impuesto por un clan de ONG “organizaciones no gubernamentales”. A través de ellas, el comunismo se infiltró entre las mega fortunas del planeta convenciéndoles de que podrían expiar sus culpas, aún conservando sus colosales diferencias económicas frente el 95% de la población mundial. ¿Cómo así? ¡Donando trillones de dólares a las ONG para “expandir la democracia” (ya deformada por el comunismo), y defender los “derechos humanos”! El Club Bilderberg y el Foro Davos se encargarían de aquello. Vale decir, el comunismo no sólo logró reconstruirse con dineros de la derecha, sino que mediatizó -inclusive desfiguró- las bases de la democracia ateniense, convirtiéndola en un envilecido instrumento de lucha contra ella misma. Ingeniosísimo modelo inventado por el marxismo contemporáneo denominado Corrección Política. Con los dedos de una mano se cuentan aquellas personas que se atreven a llamar comunistas a sociedades que lo son. Como en Cuba. ¡Porque resulta políticamente incorrecto hacerlo! Como asimismo lo es adoptar teorías o ideologías anticomunistas y peor aún, defenderlas frontalmente. En esta trampa estriba la exitosa consolidación comunista.
Porque mientras el marxista usa su verbo cáustico/agresivo para referirse a quienes estén en sus antípodas, de otro lado los sectores agraviados por el comunismo –encorsetados por la implacable “disciplina” políticamente correcta- se limitan a cambiar de tema y/o a guardar silencio.
Ahora vemos las consecuencias. Gobernantes títeres como Castillo que arruinan a sus países agudizando las contradicciones, para volverlos dictaduras comunistas. ¿Cómo? Secuestrando la Judicatura, el Ministerio Público, Jurado Electoral, etc. ¡Finalmente, capturando el poder vía elecciones dolosas e, inmediatamente, arrebatar las FFAA, la Policía, las entidades públicas y emprenderla contra la empresa privada, estatizándola para destruir el aparato productivo. Simultáneamente, azuzar la delincuencia callejera para declarar el Estado de Emergencia; apresar a los disidentes políticos y a todos aquellos que incumplan los ucases oficiales para que, al verse acorralados, entonces recapaciten y quieran salir a protestar. ¡Pero ya será demasiado tarde! ¿Entendieron?
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