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Petro en su hermetismo

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Fecha Publicación: 15/06/2023 - 21:40
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La situación política para Gustavo Petro, el primer presidente izquierdista en la historia de Colombia, parece agravarse al mostrarse incontenible por su agudización, y si no tiene en lo inmediato una verdadera estrategia de control de daños -si las irregularidades son confirmadas no habrá nada que lo detenga- es casi seguro que se le irá de las manos, pudiendo terminar muy mal y no exagero.

Los destapes de las semanas anteriores en el tamaño de escandalosos, debieron ser neutralizados y, al contrario de lo esperado, están creando una espiral desestabilizadora para el mandatario que ya comienza a mostrar su hermetismo cuando ni siquiera ha cumplido el primer año de su gobierno. Los audios de su exembajador en Venezuela que siguieron al maletín hurtado de la casa de su exjefa de Gabinete y los entredichos por el dinero allí contenido y otros más de origen dudoso que van salpicando como pus en medio de una clase política que desea liquidarlo al tomar forma la tesis de que durante la campaña que lo hizo presidente, el entonces candidato Petro no era lo impoluto que pregonaba a los cuatro vientos. Si miramos objetivamente el clima político colombiano, hace rato debió activarse la contingencia, pero eso no ha sido así.

La desaprobación de Petro ha llegado por estos días al 60% y la aprobación cayó hasta el 26% en los 10 meses que tiene en el cargo de presidente. Si su gobierno se confirma como corrupto no creo que lo sea por ser de izquierda. Mirarlo así me parecería muy prejuicioso; sin embargo, no lo es que la mayoría de los regímenes comunistas o progresistas en América Latina han sido dominantemente corruptos. La corrupción es como una gangrena que solo podría tener cura con firmeza y mano dura desde la raíz y con la ley en la mano, pero son muy pocos los que quieren dar el gran paso, sea por querer conservar el statu quo que los domina o por miedo o cobardía.

Petro llegó al poder en un país que lo vio como la esperanza y que hacía poco había logrado un acuerdo de paz, pero parece que esa percepción ciudadana ha comenzado a cambiar. Su desfiguración política podría volverse incontenible y por eso la izquierda de la región anda preocupada por el efecto colateral que podría producir la eventual desgracia de su caída generando un inevitable arrastre.

La retórica de Petro en este acrecentado escenario adverso para distraer su penuria interna apuntará hacia el frente internacional de Colombia, y sin pensarlo dos veces, no le será difícil volver a la carga sobre el Perú si tenemos en cuenta de que no reconoce a Dina Boluarte como presidenta, o sobre el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, a quien ha querido pechar sin éxito.

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